Las redes sociales son una herramienta muy válida de comunicación que es utilizada por casi todos los políticos -alguna mala experiencia ha vivido alguno- y que cada vez es algo más extendido entre todos los ciudadanos, incluso de edades avanzadas. Sin embargo, a veces llega a ser una adicción peligrosa, y como tal debería de ser tratada, sobre todo porque hay personas que creen que la vida reside en la red y construyen una especie de burbuja artificial alrededor de ella en donde se sienten protegidos de los supuestos ataques exteriores. Es decir, son personas que tienen miedo a vivir, miedo a admitir sus presuntos errores y les da pánico reconocer que en el fondo sí necesitan a los demás. Pero la red es el escudo ideal para protegerse, para no dar a conocer su verdadera personalidad y para que nadie les pueda hacer daño en ese débil y triste corazón. Porque por suerte o por desgracia todos estamos conectados e internet te ayuda pero también, si no se maneja de forma apropiada, puede ser un vehículo perfecto para destruir o para proyectar una realidad totalmente ficticia.

En Elche se están produciendo fenómenos muy curiosos en estas llamadas redes sociales. Primero fue el propio alcalde, Carlos González, el que tuvo que pedir a su clon en Twitter que dejara de suplantar su identidad. El supuesto «impostor» ni más ni menos que alababa al PSOE dando caña a su socia de gobierno, Cristina Martínez, que como sabrán entra al trapo de cualquier provocación o insinuación. Luego fue la propia concejal la que utilizó su perfil para menospreciar al portavoz de Ciudadanos, David Caballero, a quien calificó de «Pepón». Fenómeno que se volvió contra ella porque el propio «Pepón» salió respondón y creó un hashtag que consiguió ser trending topic. Si ustedes lo analizan fríamente, una verdadera chorrada.

Pues eso no ha sido todo. Ahora le ha tocado al concejal del PP Luis Ángel Mateo. Y durante las próximas semanas o meses el desfile continuará porque la difamación, el engaño, el insulto fácil han venido para quedarse en la red.

Esta vez, según cuenta el propio Mateo, un hacker le ha colocado en su página de «Face» un video con escenas sexuales donde se etiquetó a sus amigos. Vaya gracia y vaya broma de mal gusto. Lo que le ha pasado a Mateo le puede pasar a cualquiera, incluso aquel que cree tener un total control de esta tecnología cargada de mala leche. Yo mismo subí a Facebook por error unas imágenes privadas, que aunque no tenían ninguna validez para nadie, tampoco le importaba al personal qué narices era eso; menos mal que hubo reflejos para retirarlos a tiempo. Hay que tener un especial cuidado con el dedito, que es muy traicionero...

Un amigo me propuso hace tiempo huir de este mundo disparatado que hemos construido para que nos fuéramos a vivir a un pueblo con cuatro casas, cuatro vacas y cuatro campos... Yo estaba dispuesto pero cuando le indiqué que allí no habría cobertura, por lo tanto, ni móvil, ni tablet, ni redes sociales... frunció el ceño y todo quedó en un brindis al sol. Ahora, cuando me jubile o me jubilen, podré realizar una escapada a ese pueblecito para hacer balance de esta absurda vida. El título está casi claro: «A dos centímetros de...». En realidad, en nuestro recorrido por este mundo siempre tenemos oportunidades que no aprovechamos por seguridad o cobardía... Y casi siempre estamos a dos centímetros de ser felices aunque eso sea una quimera, pese a tener las redes sociales a nuestra entera disposición.