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Los propietarios del edificio que se derrumbó en Carrús obtienen permiso para rehabilitarlo

El inmueble, de cinco plantas, se vino abajo de forma súbita en abril sin causar heridos

Los propietarios del edificio que se derrumbó en Carrús obtienen permiso para rehabilitarlo

El edificio de cinco plantas que se derrumbó a finales de abril por su interior, de forma parcial pero súbita y sorpresiva para los vecinos, será rehabilitado en las próximas semanas después de cuatro meses precintado y apuntalado. Así al menos lo han solicitado los propietarios del inmueble, de la calle Ginés García Esquitino del barrio de Carrús, que presentaron el pasado 2 de julio ante el Ayuntamiento de Elche una «declaración responsable» para la reconstrucción de los forjados que se colapsaron, cumpliendo de este modo el trámite que la ley urbanística exige para obras de cierta envergadura que no son consideradas obras mayores, según señala el edil de Urbanismo, José Manuel Sánchez.

Los técnicos municipales informaron favorablemente el pasado día 7, dando así luz verde a un proyecto de rehabilitación que, según la documentación presentada por la comunidad de vecinos, tendrá un plazo de ejecución de dos meses. De este modo, los propietarios han designado a un técnico responsable, se han hecho cargo del edificio a todos los efectos y han notificado que las obras las ejecutará la empresa «Eurolosa», concreta el concejal.

El edificio se construyó en 1970 según los datos del Catastro y consta de planta baja, entresuelo y cuatro plantas, escalera central y dos viviendas por planta. El derrumbe se produjo el lunes 27 de abril poco después de las 17 horas, cuando en el interior del edificio había varias personas. Se desplomaron los techos uno sobre otro de los salones de cinco viviendas y los escombros llegaron hasta el garaje de la planta baja.

Por fortuna nadie estaba en el salón, en algunos casos por cuestión de minutos, y todos los vecinos lograron salir prácticamente ilesos, a excepción de algunos moretones y torceduras de tobillo. Se vivieron sin embargo momentos de mucha angustia mientras un perro adiestrado de la Unidad Canina de Rescate de Bomberos revisaba los escombros para indicar finamente que no había nadie atrapado, algo que confirmó la Policía al no recibir avisos de que se echara en falta a nadie.

Inspección

De forma inmediata y en los días siguientes, los técnicos municipales inspeccionaron el edificio y determinaron que debía ser desalojado, precintado y apuntalado para evitar más daños. En concreto, describieron «un desprendimiento parcial por colapso del forjado en la zona de los salones de cinco plantas de la parte derecha del edificio, un agrietamiento vertical en el centro de la fachada de la vivienda de la quinta planta, y una falta de estabilidad y seguridad estructural de los vuelos de los forjados en el frente de la fachada como consecuencia del derrumbe».

A la demolición de los restos de los forjados y parte del muro de la azotea para evitar desprendimientos (primero con intervención de Bomberos y posteriormente con grúas y personal especializado), siguió el precintado del edificio, el cambio de cerraduras y el apuntalamiento, trabajos que costaron al Ayuntamiento 8.255 euros (está por decidir si ese dinero se reclamará a los propietarios o si se les concederá una subvención).

La calle permaneció varios días cerrada al tráfico y la Policía Local permitió a algunos de los vecinos acceder acompañados de un agente para recoger de sus casas documentación, medicinas o efectos personales de primera necesidad.

Las diez familias que habitaban el inmueble fueron atendidas por Servicios Sociales y recibieron ayudas para el alquiler. Actualmente, según el edil de Urbanismo una de las familias sigue percibiendo una ayuda y el resto se alojaron en viviendas de allegados.

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