Admiración. Éste podría ser uno de los términos más frecuentes que describirían lo que sintieron anoche los cientos de espectadores que asistieron al primero de los tres ensayos generales del Misteri d'Elx.
La basílica de Santa María se volvió a llenar de expectación, sentimiento y devoción para atender con gran interés lo que vendría a ocurrir tanto en el plano horizontal como en el vertical.
Las novedades y sorpresas en la primera jornada estuvieron garantizadas incluso para los más asiduos a estas representaciones, iguales en su planificación, organización y escenificación, pero totalmente distintas unas de otras en sus voces, movimientos y matices a la hora de componer el cuadro final.
Desde la ermita de San Sebastián, desde donde parte el cortejo, hasta la salida de la basílica de las Marías y los integrantes de la Capella todos ellos envueltos en la música del órgano, todo se disfruta para el enamorado de La Festa.
Pero para el que es nuevo, casi todo también sorprende: Desde el avance de las Marías por el Andador, hasta la bajada del Ángel con la palma; desde la interpretación de San Juan o el Ternari, hasta la sucesión de los aparatos aéreos; la Judiada, la procesión de la Virgen o la lluvia de oropel son otros de los momentos que pasan a guardarse en la mente y en el corazón de los asistentes, escenas únicas protagonizadas por las gentes de Elche, no profesionales, que año tras año han hecho pervivir esta tradición de generación en generación.
Pero si la jornada de ayer se caracterizó por algo, fue sobre todo porque el mestre de Capella, José Antonio Román, ocupó su papel habitual entre el Apostolado sólo en la primera parte.
Hace justo 35 años que interpretó a Santo Tomás, que aparece en la parte final de la representación, y para conmemorar aquella intervención, ayer volvió a vestir esa túnica. Hace cinco años también desempeño el papel de Santo Tomás, para lo que se cambió en un momento dado, ya que además sí apareció al principio como apóstol dirigiendo a la Capella en el Cadafal en el inicio, como ayer.
Por eso, José Antonio Román tuvo en la noche de ayer un mayor protagonismo y, en consecuencia, también el responsable de la Escolanía, Francisco Javier Gonzálvez, que, en la segunda parte, pasó a asumir el papel de Román entre el Apostolado y dirigió a la Capella (de ahí que en estas últimas semanas se le viera el cabello y la barba más largas de lo habitual).
Al Mestre de Capella suplente habitualmente se le puede observar tocando el órgano, a la vez que está pendiente de los escolanos, pero ayer el organista titular, Ramón Cano, se hizo cargo en todo momento de marcar el ritmo y manejar el teclado.
Otra de las novedades anoche fue el estreno oficial del reverendo Miquel Cano como Padre Eterno en su aparición en lo alto del templo gracias al aparato de la Coronación.
Asimismo, también se estrenaron los electos y portaestandarte, responsabilidad esta última desempeñada por Santiago Ule, ex vicepresidente de la Junta Rectora del Misteri de 2006 a 2013 y que en 2012 asumió la presidencia ejecutiva de manera temporal.
Antonio Granados y Francisco Ródenas le acompañaban anoche y durante estos días al ser designadas personalidades electas. El primero de ellos es el jefe de porteros desde 1965, mientras que el segundo es el máximo responsable de la Tramoya Alta. Éste último pensaba en todo momento en sus compañeros arriba en la cúpula.
Entre las anécdotas, el ruido de una botella caída desde un balcón, una persona mareada en la parte superior, las tres Marías de ayer de nombre Pablo todas o el malestar por unas mascletàs que no tenían que haberse lanzado y que entorpecieron las interpretaciones.
La de ayer y la de hoy son representaciones extraordinarias y mañana tendrá lugar el ensayo general. El 14 se celebra La Vespra y el día15 La Festa.
