Cáritas Interparroquial de Elche presentó ayer su memoria de 2014 y alertó a las administraciones y al empresariado de una nueva realidad que se está perfilando mientras se empieza hablar del final de la crisis: La figura del «trabajador pobre» o del «pobre con trabajo» toma fuerza. Y es que, según valoró el coordinador de Cáritas Elche, Francisco Javier Ruvira, empleos precarios, de poca duración, estacionales o con salarios muy bajos están siendo en muchos casos insuficientes:«Notamos que hay algo más de trabajo pero hay que ver qué tipo de trabajo es, su calidad y remuneración, porque hay personas con salarios tan reducidos que no llegan para una vida digna, y también hay personas que están viviendo en su vivienda pero sin luz ni agua».

Ruvira planteó que el lema de este año de Cáritas, «¿Qué haces con tu hermano?», intenta transmitir la idea de que todo el mundo debe implicarse y que «no pueden existir salidas de una situación de crisis que sean parciales, que no sean para todos». El coordinador afirmó, en este contexto, que «hacemos un llamamiento al ámbito empresarial, a la administración y a los partidos políticos; hay que hacer un esfuerzo por mejorar la situación en el ámbito del empleo porque es la herramienta para salir de la crisis dignamente».

Por ello, además de las ayudas económicas directas que se da a las familia desde las parroquias, Cáritas tiene puestos sus esfuerzos en un programa de empleo que incluye «acciones significativas», desde la orientación laboral, la ayuda para búsqueda de empleo o la preparación sobre cómo afrontar entrevistas de trabajo, así como intermediación laboral entre desempleados y empresas. Por el mismo motivo pone en marcha cursos de formación (en 2014 se llevó a cabo uno de «operaciones básicas de cocina» en relación con la hostelería, o ahora se apuesta por un «taller de geriatría» en colaboración con el Hospital General).

Ese es un perfil de usuario, el de la clase media que hasta hace unos años tenía trabajo (a menudo en la construcción o el calzado) y que ahora se ve sin ingresos; y otra realidad es la de la exclusión social. El importe de las ayudas directas ha aumentado casi un 30% en un año (de 66.000 euros de 2013 a 87.000 en 2014), mientras que por el centro de personas sin hogar han pasado el año pasado 978, un 6% menos que las 1.044 que fueron atendidas en 2013. Esos datos recogidos en la memoria reflejan, por un lado, que la estructura industrial ilicitana y el descenso en demanda de mano de obra hacen menos atractiva la localidad de Elche para personas que se desplazan geográficamente en busca de empleo, y también que la apuesta de Cáritas está siendo más de intervención a largo plazo, aumentando el tiempo de relación con cada usuario.

Ruvira concretó que para las personas sin hogar las carencias emocionales o de autoestima son retos en sí mismos a trabajar antes de poder pensar en que encuentren un trabajo. Varones cada vez más jóvenes (a partir de 30 años comienza ser habitual) y a menudo con enfermedades mentales que han empeorado por falta de red de apoyo familiar o de seguimiento médico son características de las personas que se encuentran actualmente viviendo en la calle.

En cuanto a las ayudas directas que se distribuyen desde las parroquias, ha aumentado el gasto en medicamentos y apoyo sanitario por cuestiones como el copago o porque muchos inmigrantes irregulares no se atreven a reclamar sus derechos de asistencia médica, según el coordinador.