Desolación es la palabra que definía ayer la jornada en el Mercado Central donde permanecen, hasta que les «echen», una quincena de puestos.

Sus titulares se resisten al cambio por diversos motivos. Unos por estar muy cerca de la edad de jubilación y otros por su oposición frontal al nuevo modelo de gestión privada del mercado adoptado por el Ayuntamiento, en contra de una masa social ilicitana.

Manolita Noguera, que lleva 54 años vendiendo en el Mercado Central de Elche, explicaba desde su puesto, y sin clientes, «que me voy a jubilar, así que seguiré una o dos semanas hasta que nos digan que tenemos que irnos, no estaba dispuesta a seguir, y mi hija tampoco, ya que tendría que trabajar más».

Por otro lado, otros placeros admitían su incapacidad para hacer frente a los requisitos económicos que supone trabajar en el futuro mercado, donde habrá que hacer una desembolso mayor al que se realiza actualmente con la gestión pública.

Además, algunos de los placeros que resisten, y que esta semana han pagado las tasas para seguir vendiendo en el Mercado Central, denunciaron las «malas formas del traslado». Concretamente, apuntaron a que «nuestros propios compañeros se han dejado influenciar para irse arrancando cables y mostradores para ayudar a destrozar el Mercado Central».