Una mujer de 35 años y vecina de Rafal reconoció ayer ante la Sección Séptima de la Audiencia Provincial con sede en Elche haber echado raticida en la comida y medicamentos de su marido para intentar acabar con su vida en febrero de 2014 y aceptó siete años y medio de prisión por tentativa de asesinato. La mujer, natural de Ecuador como la víctima, declaró entre lágrimas que se arrepentía de lo que hizo, y a través de su defensa argumentó que sufrió malos tratos físicos y psicológicos durante años y que había actuado irracionalmente para intentar escapar del sufrimiento en el que vivían tanto ella como sus hijas, de 3 y 15 años.

Pese a que el Ministerio Público solicitaba inicialmente una pena de trece años, se alcanzó un acuerdo que hizo innecesario celebrar el juicio, dado que la mujer reconoció los hechos. La pena se redujo al entender el fiscal que la mujer actuó influida por circunstancias personales y familiares como una denuncia por malos tratos y sospechas de infidelidad, que la condujeron a un estado pasional que disminuía, pero no anulaba, sus capacidad de comprender el alcance de sus actos y de actuar de acuerdo a esa comprensión. Por ello, los hechos son constitutivos según el fiscal de un delito de asesinato en grado de tentativa con la circunstancia agravante de parentesco y la atenuante de obcecación.

La víctima del envenenamiento, de la misma edad, no se personó como acusación particular y no padece secuelas pese a haber tardado 82 días en sanar (sí solicitó una indemnización de mil euros).

Según reconoció la mujer, con ánimo de causar la muerte a su marido y para evitar que él pudiera evitarlo, le suministró en el transcurso de una semana y en varias ocasiones un producto raticida mezclado con la comida y con un medicamento para la gripe. El hombre tuvo que ingresar en el Hospital de la Vega Baja, en Orihuela, aquejado de dolencias que le habrían ocasionado la muerte si no fuera porque los médicos advirtieron que sufría una posible intoxicación por esa sustancia. De forma urgente le realizaron una transfusión de plasma y le administraron medicación específica en la UCI, en la que pasó dos días además de otros seis hospitalizado.

Su esposa fue inmediatamente detenida e ingresó en prisión provisional, donde continuaba hasta la celebración del juicio ayer (el tiempo transcurridos desde entonces se le descontará ahora de la condena). Como pena accesoria, también solicitó el fiscal la prohibición de comunicarse o acercarse a 300 metros de la víctima en los cinco años siguientes a la pena de prisión.