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Análisis

Luz y taquígrafos

Pese a que la alcaldesa vende otra cosa, Elche ocupa el furgón de cola en cuanto a transparencia

La alcaldesa Mercedes Alonso tras el pleno donde se abordó el plan de empleo. ANTONIO AMORÓS

Algunos políticos encuentran en el cinismo un arma para propagar una verdad que no se sostiene con un mero examen objetivo. Esta impudencia se practica sin el menor rubor trasladando a la opinión pública todo lo contrario de lo que se hace en la trastienda de los ayuntamientos. El informe sobre transparencia a la hora de contratar servicios suspende a los grandes municipios alicantinos -manda narices, por no decir lo de Trillo, que Torrevieja salga casi bien parada- pero el caso de Elche es más que significativo. No sólo no consigue aprobar, sino que está muy por detrás del resto de ciudades cuando precisamente Alonso nos está vendiendo que todo, incluido el proyecto del Mercado Central, se hace con total transparencia. El estudio es demoledor porque revela, además, que la localidad gobernada por Mercedes Alonso se ha dejado en apenas dos años treinta puntos en el cómputo general, lo que no es moco de pavo. Vamos, que mucho decir que no hay nada que esconder, pero la verdad se aleja de las palabras si nos atenemos al puro dato estadístico.

Es muy significativo que la información económico-financiera sea la que menor puntuación consiguió en este estudio de transparencia, seguida por el área de contrataciones en obras y servicios. En este último apartado igual influye que la oposición no está en la mesa de contratación, con lo que desde el reducido equipo de concejales que a día de hoy conforma el grupo de gobierno se haga y deshaga a su antojo. No es de extrañar las protestas de los ediles díscolos, y de la propia Cristina Martínez, por la opacidad en un ayuntamiento remiso a dar documentación a los grupos políticos.

Por eso llama la atención todo lo acontecido esta semana con el dichoso plan de empleo que se sacó de la manga la regidora ilicitana. Con una alcaldesa que vende la transparencia como uno de los principales sellos de identidad de su grupo municipal, se presenta en un pleno con un proyecto para dar trabajo a más de 400 desempleados pero sin decir las bases de cómo lo va a elaborar. Además, para no dejar opción a la oposición, lo incluye junto a un paquete de medidas como la aprobación de subvenciones para la compra de chalecos antibalas para la Policia Local; ayudas a la cooperación internacional; otra partida para aliviar la situación de las familias necesitadas e incluso indemnizar a los vecinos de Gran Alacant tras una sentencia que les da la razón por las molestias que generan los ruidos de los chiringuitos de la playa del Carabassí. Consecuencia, la oposición muerde el anzuelo del plan-trampa de empleo y vota no. Si hay algo impopular hoy en día en este país es tirar abajo un proyecto que iba a crear trabajo, aunque éste, como teme Pareja, Rodes o la propia Cristina Martínez, pudiera estar en su mayoría otorgado a dedo.

La posición del Partido Popular es rastrera pero efectiva de cara a la opinión pública. Al menos han estado una semana dando caña denunciando que a la oposición no les importa los parados. Incluso han aparecido panfletos, ¡qué casualidad!, criticando la postura de los partidos de la oposición. Unos y otros se deberían poner de acuerdo y presentar un proyecto conjunto para poner en práctica medidas efectivas que tiendan a disminuir el desempleo. Pero el paro, como hace unos años el terrorismo, es un arma que, de momento, sabe usar muy bien el partido en el gobierno para sacar rédito electoral. Uno se pregunta, ¿si el PP ha tenido tres años para poner en marcha estas políticas, por qué espera a ahora cuando sólo faltan cuatro meses para las elecciones municipales? Es parecido a lo de levantar aceras. Hay que transmitir al ciudadano la sensación de que se ha hecho algo. Llega la reválida del 24 de mayo.

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