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Una niña pierde parte de un dedo al pillárselo en la puerta del colegio

La dirección instalará un plástico protector y ha notificado los hechos a la Conselleria

Una niña pierde parte de un dedo al pillárselo en la puerta del colegio

Una niña de siete años ha perdido parte de su dedo corazón de la mano izquierda al pisárselo en la puerta de hierro de acceso al edificio de su colegio, el Ferrández Cruz, algo que sus padres han puesto en conocimiento de la Concejalía y la Conselleria de Educación al considerar que el incidente tiene que ver con insuficientes medidas de prevención. La menor se pisó el dedo el pasado lunes y fue rápidamente atendida y desplazada al Hospital General por una ambulancia, donde se le curó, cosió y vendó la herida, aunque en una revisión del pasado viernes el traumatólogo señaló que tendrá que someterse a una operación quirúrgica y que perderá una parte del dedo, que está necrosado, aunque se desconoce por el momento el alcance de la lesión.

En cualquier caso, la madre de la niña, M. Cerezo, asegura que su intención a la hora de hacerlo público es que otros colegios se planteen si tienen las medidas de seguridad correctas en este tipo de puertas o incluso en otras zonas de los centros, por ejemplo en escaleras que no cuentan con bandas antideslizantes. Así, asegura que «estoy indignada de saber que pudo evitarse si la puerta hubiese tenido algún sistema de protección, pues ni siquiera había una cadena que la sujetase a la pared». Por todo ello, los padres se preguntan quién se encarga de la revisión de la prevención y seguridad en los colegios y de quién es la responsabilidad, del mismo modo que las empresas o locales abiertos al público tienen que cumplir una serie de medidas y pasar inspecciones periódicas. Para la familia de la niña, resulta llamativo que los padres adapten sus casas con protectores de esquinas, con seguros de puertas de armarios o simples mecanismos para evitar pisotones en puertas, mientras que en los colegios ese tipo de prevención es relativa, por no decir nula en algunos casos. Más aun, M. Cerezo sostiene que «tuve que ser yo personalmente quien fuese a la ferretería a comprar un tope de puerta y un calzador y ponerlo en la puerta del colegio». La madre añade que si en cualquier centro de trabajo la inspección se persona inmediatamente para investigar cualquier accidente laboral grave, no alcanza a comprender por qué en un colegio lleno de niños no ha habido visita alguna de ningún responsable.

Desde la familia insisten en que otros centros escolares revisen sus medidas de seguridad «para que no le ocurra a ningún otro niño, porque se podía haber evitado», aunque aseguran que no trata de reprochar la respuesta que dio el colegio ante la emergencia, pues le consta la conmoción que supuso para todo el personal: «No quiero señalar a nadie como culpable, mi intención es que esta noticia pueda servir para evitar otro riesgo».

Bisagras

Desde la dirección del centro escolar señalaron ayer que instalarán un sistema para proteger la zona de las bisagras de las puertas hasta una altura de 1,20 metros para que no pueda volver a ocurrir y que lo han notificado a la Conselleria, aunque también valoraron que poner al día un colegio con 50 años de historia conlleva una inversión económica que hay que plantear y compatibilizar con otras necesidades. Mientras la Concejalía de Educación se encarga del mantenimiento de los colegios de Infantil y Primaria, las mejoras en los edificios dependen de la Conselleria de Educación, por lo que la prevención de riesgos queda en un terreno algo ambiguo. Aunque los centros disponen de plan de emergencias, protocolo de evacuación o estudios de sus riesgos, no se someten al equivalente a las inspecciones de riesgos laborales que sí son preceptivos en los centros de trabajo, algo que resulta inexplicable para los padres de la niña.

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