El plan era viajar a Andalucía, comprar hachís, introducírselo en el intestino y volver a Italia con la droga en el cuerpo por carretera para venderla después. Pero los planes raramente salen perfectos, y a este ciudadano italiano de unos 45 años se le «indigestó» el viaje de vuelta el pasado miércoles, tanto que no pudo evitar excretar 52 de las 60 bellotas que se había introducido en el cuerpo mientras viajaba hacia el norte en un autobús con origen en Málaga y destino en Barcelona.
En la parada en la Estación de Autobuses de Elche a las 16 horas no pudo tener peor fortuna: control aleatorio del 092 de la Policía Local (Seguridad Ciudadana) con la Unidad Canina en fase de prácticas, que vigila algunos de los trayectos denominados «calientes» entre la principal puerta de entrada de hachís a España (Algeciras) y el resto de Europa. Bastaron unos segundos para que Kenya, una de los cuatro perros que acaba de terminar su adiestramiento, señalase sin lugar a dudas sus genitales. Dicen algunos de los que estaban allí que en el interior del autobús «se olían» perfectamente que el pasajero italiano estaba teniendo un serio problema sin necesidad de perros adiestrados, a pesar de que había intentado limpiar la droga en el baño de alguna otra parada. Desde la Unidad Canina plantean que, de haber logrado contener toda la droga en el interior del cuerpo, el perro aún podría haber detectado el olor en sus manos o ropa por la manipulación previa de la sustancia.
El hombre se había guardado en los testículos las bellotas defecadas (algo más de 300 gramos en total) y, una vez apartado del autobús para ser cacheado, admitió rápidamente que llevaba más hachís en el recto y que quería entregarlo voluntariamente junto con los 5.200 euros en efectivo que también portaba. Así que su periplo le llevó -ya no en autobús sino en coche de Policía- al hospital para que le extrajeran la droga, a la Comisaria de Policía Nacional y finalmente ante el juzgado de guardia.
