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Elche

Las pedanías orientales reciben a vecinos de Alicante que huyen de la capital

Miles de personas abandonan en los últimos 15 años las zonas más antiguas, tradicionales y humildes de la ciudad para establecerse en el entorno próximo

Las pedanías orientales reciben a vecinos de Alicante que huyen de la capital

El centro urbano y los barrios más tradicionales de Alicante, junto con algunos de los de menor nivel socioeconómico, han experimentado en los últimos 15 años un destacado proceso de despoblamiento o de sustitución de sus habitantes. Miles de personas se han marchado a zonas más nuevas de la ciudad, en busca de una vivienda con mejores calidades y, por lo general, más baratas de adquirir y mantener. Ese flujo ha tenido a menudo como destino los municipios más próximos a la capital, no sólo los de la comarca de l'Alacantí sino también Elche. Mientras tanto, si los barrios donde se ha iniciado esa migración no han perdido mucha población ha sido gracias a la llegada de inmigrantes extranjerosno han perdido mucha poblacióninmigrantes extranjeros, que han venido a cubrir el hueco dejado por los vecinos de antaño.

Lo corroboran los datos del área de Estadística del Ayuntamiento de Alicante

, según los cuales, la zona comprendida por el Casco Antiguo, el Centro Tradicional, el Raval Roig y San Antón estaba habitada por exactamente 10.000 personas en 1998. Tres lustros después, la población de estos barrios ha aumentado a 12.391 personas, pero el volumen de extranjeros ha pasado del 4,66 al 22,29%. Una evolución parecida ha experimentado el área céntrica que conforman los barrios de Ensanche-Diputación, Mercado, San Blas, Campoamor y Altozano-Conde Lumiares, donde en 1998 vivían 58.581 personas y quince años después son 56.391 los habitantes. Además, a la pérdida de población absoluta se añade el incremento del porcentaje de extranjeros, que pasa de un testimonial 1,47% al 15,26%. También pierden población barrios como Benalúa y las Floridas Alta y Baja.

En la zona norte de la ciudad -barrios de Virgen del Remedio, Lo Morant-San Nicolás, Colonia Requena, 400 Viviendas, Virgen del Carmen y Juan XXIII-, la población ha crecido, pero debido únicamente a la inmigración. Los 369 extranjeros que vivían en estos barrios en 1998 no suponían ni el 1% de sus 37.472 vecinos. Ahora, toda esta zona cuenta con 40.322 habitantes, pero más del 26% de ellos procede de diversos lugares del mundo.

En contraposición a esto, el barrio de Garbinet, muy periférico hasta la proliferación de nuevas construcciones a finales de la década de 1990, pasa de 2.494 a 11.877 habitantes en el mismo periodo. Mucho más llamativo es lo que ha ocurrido en toda la zona de la Playa de San Juan, Albufereta y Vistahermosa, que ha crecido desde los 25.208 habitantes de 1998 a los actuales 52.852. En todos estos barrios, al igual que en el Garbinet, el porcentaje de población extranjera es bastante menor que en las áreas más históricas y céntricas, y que en la zona norte.

Junto con las citadas áreas de expansión destaca el Polígono de San Blas, que también ha crecido notablemente, además de partidas rurales como El Moralet, El Rebolledo o La Canyada del Fenollar. También los municipios próximos a Alicante han recibido buena parte de ese flujo migratorio del centro a la periferia. Este fenómeno de «contraurbanización» viene siendo bastante común en las últimas décadas, tal y como explica el geógrafo experto en desarrollo local Joaquín Palací. La pauta general es que «el Ayuntamiento principal deja de invertir en el casco histórico y promociona la nueva construcción, y eso fuerza a que quien pueda se vaya a zonas nuevas». Mientras tanto, las áreas históricas «reciben buena parte de la inmigración y acaban sufriendo el riesgo de convertirse en guetos» de población extranjera y envejecida.

Palací sostiene que «los planes generales de la década de 1990 jugaban con proyecciones demográficas que no se han cumplido, apostando además por un modelo anglosajón de chalé, piscina y coche». La diferencia de coste y mantenimiento de las viviendas entre las zonas nuevas y las históricas «ha agravado» esa tendencia. Sin embargo, las carencias, dice, «muestran las vergüenzas de la burbuja inmobiliaria», ya que «faltan infraestructuras de transporte, educativas y sanitarias» para los habitantes de esas áreas nuevas.

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