Miradas que hablan por sí solas, movimientos sincronizados y expresiones contundentes... los gestos que envuelven al Misteri están llenos de significado y rodeados de una historia documentada.

Con las manos elevadas mirando al cielo, entre el emotivo canto del Gloria Patri, que pone fin a la Festa, los apóstoles ofrecen una de las imágenes más icónicas del drama sacrolírico. «Es el punto culminante, los apóstoles no se imaginan la asunción de María y muestran su adoración y admiración cuando la Patrona es coronada», explicó Antonio Antón, mestre de Ceremonias.

Esta escena se convierte en memorable en la basílica de Santa María, pero también hay otros momentos en los que el lenguaje corporal va mucho más allá y contagia de sentimientos a los espectadores. Es la lucha cuerpo a cuerpo entre judíos y apóstoles, instantes previos al sepelio de María.

«La paralización de los hebreos frente al cuerpo de la Virgen es una escena determinante donde la posición del cuerpo, de las manos y de la propia mirada cobran vida», señaló Antón.

Pero, durante las representaciones, tanto en los ensayos generales como en los días grandes del Misteri, el templo ilicitano se llena de miradas dirigidas al cielo, de manos extendidas en señal de admiración y de semblantes de concentración por parte de los cantores de la Capella.

De esta manera, la simbología que protagonizan las voces de La Festa está directamente relacionada con los movimientos litúrgicos. Ejemplo de ello es la posición de los escolanos, quienes desde que entran por la puerta Mayor de Santa María hasta que salen mantienen posiciones de reverencia y respeto a la Virgen.

«Los niños saben la actitud que deben de tener en cada momento. Sus manos se mantienen con una expresión de oración, de recogimiento», apuntó el encargado de coordinar todos los movimientos escénicos.

Y es que, los pequeños guardan las formas en el cadafal en la casa de María y en la sepultura de la Virgen, así como en el sepelio.

Sin embargo, en mitad de todos estos gestos comedidos, también aparecen en escena esas muecas improvisadas propias de una escenificación en vivo y en directo. Es el caso de los ángeles cuando se secan la cara con los pañuelos ante el ambiente caluroso o los suspiros de concentración.