Un carril con asfalto y otro de tierra. Circular por el camí del Borrocat se ha convertido en toda una pesadilla. Este vial, ubicado en la partida de Alzabares Bajo, que también comunica con La Marina y La Hoya, es un sinvivir para los conductores desde hace ya dos años. Su arreglo parece haber quedado en el olvido, después de las obras de ampliación del abastecimiento de agua potable a La Marina, incluidas en el Plan Confianza de la Generalitat, a su paso por la pedanía.

Estas labores comenzaron en mayo de 2012, se prolongaron en torno a los ocho meses y desde entonces una zanja se extiende a lo largo de 2,5 kilómetros.

Reventones de ruedas, problemas de amortiguación en los vehículos son las consecuencias que han sufrido los usuarios de este camino, a lo que se suman daños colaterales de más gravedad. Y es que, el vial ya ha registrado diversos accidentes de vehículos y motocicletas, debido al riesgo que supone la gravilla suelta y el hecho de que algunos conductores invadan el carril contrario para sortear la zanja.

Otro de los inconvenientes se produce cuando algunos vehículos utilizan el surco de tierra para estacionar frente a los restaurantes rurales. O que un contendedor de basura se haya quedado en mitad de uno de los carriles del camino.

Reivindicaciones

Y así es el día a día de los usuarios de este camino rural, que ya recogieron 200 firmas a principios del pasado año y las presentaron al PROP donde solicitaron a la Conselleria de Agricultura, Pesca, Alimentación y Agua que «dejaran el camino como estaba antes de las obras». Además de pedir « un asfalto en perfecto estado, con cunetas y una correcta señalización lo antes posible».

Desde entonces, los vecinos de la partida rural han visto cómo el Ayuntamiento ha tapado la zanja con grava y puesto señales de obra.

Sin embargo, la petición no ha surtido efectos mayores y la desesperación ante el panorama actual crece por días.

De hecho, los residentes de Alzabares Bajo confiesan que el Ayuntamiento les prometió que antes de este verano la Conselleria acondicionaría la zona.

Pese a ello, los vecinos de la partida rural ven pasar el mes de julio y temen que con la llegada de agosto siga sin resolverse un problema que ya se ha hecho eterno. Ahora, a las molestias propias de convivir con una zanja también se añade la enorme polvareda que levantan los camiones de las obras de la circunvalación cada día porque sus ruedas pasan por la tierra.