En la mañana de ayer se «abrió» el ciclo de las representaciones del Misteri, entre la tradición y la historia, con los preparativos que van a configurar el escenario del drama asuncionista ilicitano. Así, desde primera hora de la mañana, un grupo de 14 tramoyistas iniciaron los primeros trabajos en lo alto de la basílica de Santa María.

El entramado de la estructura que ha ido resistiendo el paso del tiempo (la restauración de la Mangrana, por ejemplo, está prácticamente terminada y se «probará», casi con toda seguridad, el segundo fin de semana de agosto) comenzó ayer a crecer en una cadena de esfuerzos y habilidades, en muchas ocasiones fruto de la experiencia y la tradición familiar, y que tiene como uno de sus instantes más esperados y espectaculares la instalación en lo más alto de la iglesia ilicitano del cielo del Misteri (que este año se mantendrá hasta después de las representaciones de otoño).

Así, a primera hora de la tarde de ayer, y en cuestión de segundos, la lona con la «nube» subió en silencio 27 metros de altura y nadie diría por cómo se desplazó en el espacio que su peso supera los 125 kilos. Patronos, miembros de la familia del Misteri, tramoyistas y público asistente se convirtieron en testigos de excepción de la transformación que empezó a «sufrir» Santa María hasta que no falte detalle del escenario por excelencia del drama sacro-lírico... la tramoya alta, desde hoy también la baja, después las tribunas de autoridades a uno y otro lado del andador, para poder llegar hasta el Cadafal, donde en los últimos días de este mismo mes de julio las voces de los cantores suenen de nuevo en los ensayos en la basílica.

Durante estos días, paralelamente al montaje del escenario, tanto los escolanos como los miembros de la Capella mantienen su trabajo con vocalizaciones para la judiada o el apostaldo o con planteamientos específicos para los solistas. Y en el horizonte, las escenificaciones, este año, por partida doble: agosto y octubre.