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Análisis

Llombart no ve más allá de La Fe

El conseller de Sanidad crea una verdadera marea blanca a favor de Cristina Martínez

Cuando no se pisa el terreno o cuando tienes unos subalternos mediocres que son incapaces de solucionar los problemas de un área determinada, en este caso Sanidad, pasa lo que pasa: tomar decisiones equivocadas en la forma, en el fondo y te confundes en jugar con los tiempos, perjudicando de paso a una alcaldesa que desde hace días vive en estado de shock por culpa de no haber atendido el auxilio que le pedía su discípula, una militante fiel a Mercedes Alonso, aunque mucho más a sus convicciones.

El conseller Manuel Llombart sabía de la existencia de la edil de Sanidad y hasta hace una semana directora de Atención Primara, Cristina Martínez, por las reiteradas quejas que la ilicitana trasladó al departamento del todopoderoso responsable político. Pero el mandatario de la Generalitat en vez de encauzar el asunto -pensaría que para eso tiene en Alicante a Sofía Clar, la directora General de Atención Primaria- va y destituye a Martínez por defender la sanidad pública de Elche en un pleno tras adelantar INFORMACIÓN los comentarios de la propia concejal en su Facebook un día antes.

Llombart optó por lo más fácil, acabar con la mensajera, con esa persona que no tiene miedo a denunciar públicamente la deficiente gestión que se está llevando a cabo en su área de influencia. Una mujer militante del PP y que curiosamente antepone la eficacia sanitaria y la buena atención de sus vecinos a sus propios intereses como política. Porque no lo duden, si hay un partido donde poder medrar y llegar a la cúspide es el PP. Sólo hace falta buenos contactos, levantar la mano siempre que te lo pidan -la disciplina es la disciplina- y callar y callar aunque veas como algo tan importante como el Estado del Bienestar se va por el sumidero de la incompetencia.

El conseller y la alcaldesa por el «silencio administrativo» que han mantenido durante estos meses han hecho protagonista a una concejal que con su órdago -explicar los fallos en la gestión sanitaria en su ciudad- ha traspasado las fronteras de la Comunidad Valenciana y ha puesto otra vez en evidencia a las legiones de Fabra, que no sabe cómo apagar los múltiples incendios que sufre su partido incluso en ciudades que creía controladas. Y la edil sólo ha dicho verdades como puños: que la centralización en Valencia del 112 es un desastre; las interminables listas de espera para las ecografías; la mala calidad de la comida que se sirve en el Hospital General; el triaje de Urgencias realizado por administrativos, en vez de sanitarios o el traslado de pacientes del Vinalopó a Torrevieja...

Supongo que a Llombart le importa más lo que pasa en La Fe de Valencia que una simple directora de Atención Primaria de Elche, una ciudad, supongo que será su pensamiento, de tercera o cuarta fila si la comparamos con la capital del Turia. Pero se ha equivocado y ha provocado que durante siete días se produzca una verdadera marea blanca que ha recorrido las entrañas de esta villa y que ha inundado las redes sociales de apoyos y solidaridad hacia Cristina Martínez.

Da igual que el cese haya sido el viernes 27, nadie se lo comunicó, ni la propia Sofía Clar con la que se reunió ese mismo día, o el lunes 30 de junio, cuando intervino en el pleno. La «habilidad» de la Conselleria de intentar desviar la atención con formalismos administrativos no va a ninguna parte. El ciudadano quiere oír lo que dijo Martínez; quiere que no le mientan. El Gobierno de Fabra no tiene ahora ni la fuerza ni la credibilidad suficiente para convencer ya a casi nadie. Cada vez hay más incredulidad en la población, por eso el gesto de la edil de Sanidad ha calado en la gente con tanta fuerza.

Ahora habrá comparecencia del conseller en las Cortes para explicar que la concejal se llevaba mal con todo el equipo directivo, cuando la realidad es que su mala relación era exclusivamente con el gerente del Hospital General de Elche, Antonio Roberto Muñoz, y con aquellos que impedían mejorar la gestión. No hay más que ver la muestra de cariño y solidaridad de sus compañeros y de los vecinos de Elche, incluso de otras formaciones políticas.

Al conseller probablemente le quedan nueve meses en el Palau de la Generalitat, pero a Mercedes Alonso no, ella estaba segura de que iba a repetir cuatro años, y no le faltaba razón. Con un PSOE desmembrado y a cuchilladas entre sus diferentes facciones, los populares han vivido un mandato tranquilo y de eficacia económica: es obvio que han saneado unas cuentas municipales en alarmantes números rojos.

Ahora Mercedes Alonso intentará, y lo logrará, negociar con Llombart la mejora de los servicios sanitarios. Y, al menos durante nueve meses, los ilicitanos se beneficiarán. Porque no hay nada como unas elecciones para ponerse las pilas. Pero por el camino habrá dejado inmolarse a una edil que puede abrir una brecha importante en el Gobierno local y darle unos nueve meses muy movidos a la alcaldesa. ¿Se atreverá a dar el paso? Es difícil de calibrar. Martínez ayer no acudió al Consejo de Salud. Sabía que era inútil y que iba a ser una encerrona -lo tenían todo preparado para «lapidarla»-, pero tenía que haber sido fuerte y aguantar el chaparrón, aunque ya horas antes sus compañeros en la Junta de Gobierno le dieron la espalda, sólo María José López le mostró su apoyo. Y bien que Alonso lo ha aprovechado, porque si algo tiene la alcaldesa es que es una avezada política a la que la experiencia le ha enseñado a que para salvarse ella no importa pisar la cabeza de su mejor compañero, aunque de momento no ha logrado la foto junto a Cristina Martínez.

Y para finalizar, una pregunta' ¿dónde están los socialistas? Por fin aparece el principal partido de la oposición.

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