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Una tesis evidencia que el Misteri ha pervivido en el tiempo porque cada generación lo ha sentido como suyo

La investigación del profesor Rubén Pacheco es la primera que aborda en profundidad la faceta musical de La Festa, realizando un recorrido a través de los libros de cuentas de los siglos XVII, XVIII y XIX

Uno de los aspectos más interesantes de la tesis es conocer cómo se hizo la transición de la Capella, en el XIX, pasando de miembros profesionales a cantores de Elche DIEGO FOTÓGRAFOS

El Misteri ha cruzado, con todos los honores, el umbral científico de la mano de la tesis doctoral (calificada con sobresaliente cum laude) «La Festa en los siglos XVII, XVIII y XIX. Estudio del Misterio de Elche a través de los libros de cuentas y las partituras conservadas», que lleva la firma y el esfuerzo del ilicitano Rubén Pacheco Mozas, profesor de piano del Conservatorio Superior de Música Óscar Esplá de Alicante y director del coro Canticum Novum.

La investigación, exhaustiva y multidisciplinar que ha ido creciendo durante los últimos seis años, se ha convertido en la primera tesis doctoral que se realiza sobre la faceta musical del drama asuncionista y también es la primera ocasión que se defiende un trabajo de esta envergadura sobre La Festa en la Universidad Miguel Hernández de Elche. El corazón del estudio se nutre de la evolución que ha vivido el Misteri durante cuatro siglos, «desde comienzos del XVII, en que queda fijada la letra y la música del drama asuncionista hasta, prácticamente, principios del XX, con la reforma de Óscar Esplá en 1924», explica el autor de la tesis doctoral que fue defendida durante un par de horas el pasado lunes en el campus de Elche.

El investigador ilicitano y apasionado del drama sacro-lírico, ha fundamentado buena parte de su estudio «en los libros de cuentas que hay depositados en el Archivo Histórico Municipal, y a partir de esos documentos se ha podido saber desde todos los participantes que cada año intervenían en La Festa, hasta los instrumentos que se tocaban, las partituras que se escribían y la renovación de aparatos áereos o de la vestimenta de los cantores». En este sentido, el texto de Pacheco Mozas también se ha extendido (con 450 páginas de estudio y más de 1.500 páginas en extensos libros anexos) por «un momento histórico como fue el hecho de que, desde el año 1836, la Capella dejó de ser profesional y cómo se introducen los primeros cantores con carácter amateur. Ese período, entre la Capella profesional y los músicos aficionados se produce entre 1835 y 1841, hasta el momento en que Antonio Aznar escribe la libreta de los cantores».

La estructura fundamental del trabajo se ha basado, según Rubén Pacheco, «en tres bloques para saber quién cantaba, qué cantaban y cómo se cantaba en cada momento. Podemos comprobar, así, como en algunas etapas se introducen instrumentos y se quitan otros, las costumbres de cada maestro de Capella adaptando la partitura a los cantores según su criterio, las modas de cada época y la habilidad de las protagonistas de La Festa; en definitiva, un proceso de evolución durante todos estos siglos analizados».

Reproducción facsímil

La diversidad de campos en los que camina el texto desarrollado en la tesis doctoral, cuyo futuro inmediato es la publicación, «me ha permitido también analizar consuetas y partituras conservadas, determinando la fuente, el autor y la fecha en que fueron confeccionadas». En este sentido, las jornadas interminables y encadenadas en los archivos de Santa María y San José, «me ha permitido recuperar partituras y documentos extraviados, de los que se incluye reproducción facsímil». Así, uno de las sorpesas más agradables ha sido la recuperación de la libreta del bajo metal, un documento muy importante en el que se aconsejaba la utilización del bombardino o el fagot -instrumentos musicales de viento- y que, posteriormente suprimió Esplá en 1934», explica Rubén Pacheco, mientras también destaca que «esta libreta estaba acompañada de otras partituras del siglo XVIII recuperadas del Archivo de Santa María y que se pensaba que habían desaparecido en el incendio de la basílica en 1936».

Reconoce el músico ilicitano que «me di cuenta de que había un trabajo en los archivos que no estaba realizado y que era muy necesario para conocer la evolución durante siglos del Misteri». En este sentido, Pacheco Mozas reconoce que «el Misteri ha sabido adaptarse perfectamente a la realidad en la que se encontraba inmerso. Tras el estudio minucioso realizado, se puede decir que la clave de que el Misteri haya pervivido tanto tiempo es que cada generación lo ha sentido como propio y lo ha proyectado hacia el futuro». Pero, aún hay más, cuando se deja claro que «el Misteri es un organismo vivo, que ha ido cambiando, pero que siempre ha estado ahí». El amplio abanico de aportaciones científicas que se realizan desde la tesis doctoral «La Festa en los siglos XVII, XVIII y XIX. Estudio del Misterio de Elche a través de los libros de cuentas y las partituras conservadas» permite, igualmente «comprender que el Misteri no ha sido un texto cerrado, ya que ha estado abierto a la contaminación, en positivo, lo que le ha permitido adaptarse a las circunstancias y a las coyunturas de cada momento».

Documentación única

Una de las grandes aportaciones es el amplio mapa documental que se exhibe en los anexos con referencias y trascripciones completas y con información valiosa para poder analizar aspectos de la escenografía, elementos antropológicos, la musicología, la historia del arte o, incluso, el vestuario. «Hay también una breve incursión en el vestuario y en la tramoya, a nivel de cambios... por ejemplo, la compra que en 1749 se hizo de unos vestidos para el Araceli, espectaculares y de telas muy vistosas, que nada tienen que ver con los de ahora», concluye Rubén Pacheco, mientras manifiesta que «espero que toda esta documentación pueda servir para futuras investigaciones más especializadas sobre el Misteri d'Elx».

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