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Adiós al último «guarda rural»

La jubilación del policía local José Antonio García Soler deja sin un mediador directo para la resolución de conflictos al Camp d'Elx

Final para un trayecto ilusionante, para un recorrido cuyo único objetivo ha sido mejorar la vida entre los habitantes del Camp d'Elx. Se jubila (el próximo miércoles 11 de junio) el último «guarda rural», el policía local José Antonio García Soler con 41 años de servicio y una entrega total por dar luz y adaptar a la realidad unas «leyes» únicas que se han ido transmitiendo de generación en generación. El recorrido histórico llega desde finales del siglo XIX, con la denominada Guardería Rural que «se encargaba de velar por los intereses de los agricultores y de mediar en los conflictos que iban apareciendo en las pedanías ilicitanas, basándose para todo ello en las costumbres y en la tradición rural», explica García Soler, tras los últimos 29 años de su trabajo entregados a la vida de la gente de las 30 pedanías ilicitanas («antes 33, pero la ciudad ha absorbido Huertos y Molinos; Carrizales, que ya está dentro de Daimés y Derramador, y El Molar que ya forma parte de La Marina»).«La experiencia en todos estos años ha sido muy buena y me siento satisfecho porque me he considerado útil y creo que he prestado un servicio a los agricultores, la mayoría gente mayor, que les he dado seguridad porque sabían que había alguien que les entendía». Ahora, se notará el vacío «en un 50 ó 60% porque no van a estar entregados completamente a esta tarea, he orientado a algunos compañeros y se ha establecido unos agentes en turnos de mañana y tarde que recorrerán el campo»... pero, desde luego no será igual. Quizás, por ello, durante los últimos años se ha encargado de sacarle horas al día para elaborar un «reglamento» que ayude a solucionar enfrentamientos, dudas territoriales y situaciones de conflicto; además, ha ido recopilando datos de los usos y costumbres del Camp d'Elx, aplicados por la Guardería Rural desde 1886, para mezclaros con la realidad de los casos que le ha tocado vivir de cerca.

Agradecido a la Jefatura y al Ayuntamiento, por «haberme permitido "quedarme" con el espíritu de los guardas rurales y entregarme a ese trabajo en cuerpo y alma, lo que ha sido muy gratificante», José Antonio García Soler reconoce que por sus manos pueden haber pasado cerca de 4o casos al mes que, dependiendo de las zonas, tienen unas características muy definidas. «En las urbanizaciones el enfrentamiento entre vecinos es por temas relacionados con la vegetación; mientras que en las zonas de cultivo, por los lindes, las entradas de servidumbre o la rehabilitación de las casas... ya que, últimamente, mucha gente ha regresado al campo a vivir por la crisis». Para el futuro inmediato, tantos años de recorrido por las partidas rurales todavía pesará en su vida y «soy consciente que mi teléfono seguirá sonando porque han sido mucho tiempo de convivencia con los agricultores, pero también tengo que recuperar a la familia y a los amigos, algo olvidados estos años, viajar con mi mujer y dedicarme a la lectura, a escribir y pasear por la playa o la pinada de La Marina, donde vivo».

PROYECTOUn segundo libro sobre los usos y costumbres y casos reales solucionados en los últimos años

Cuatro años de intenso trabajo le costó al agente García Soler sacar adelante su ilusión convertida en realidad: «Recopilación de los usos y costumbres d’Elx. Protección de los caminos rurales», un libro donde se reflejaba toda su experiencia y que se presentó «como una normativa, una especie de ordenanza para que se tuviera un referente a la hora de tratar casos semejantes y saber cómo enfocar los problemas». Ahora, está prácticamente terminada una segunda entrega, «otro libro, relacionado con los precedentes de los usos y costumbres, pero con casos reales del municipio del Elche».

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