La publicidad, el cine o la televisión venden cada día estereotipos de belleza corporal que no se corresponden con la realidad. Cánones que son muy complicados de conseguir llevando una vida normal. Sin embargo, se aproxima el verano y en las playas será frecuente cruzarse con jóvenes, y no tanto, luciendo torsos musculados.
El problema viene cuando el culto al cuerpo lleva al consumo de sustancias ilegales: los anabolizantes. Un tipo de droga con múltiples efectos adversos para la salud y que llega a provocar incluso la muerte.
Los preparadores físicos reconocen que cuando llega la primavera las salas de los gimnasios se llenan de personas que en dos meses pretenden conseguir un cuerpo diez. Algo que es muy complicado conseguir sólo con dieta y entrenamiento.
La preparadora física Carmen Molina, propietaria de los gimnasios Crevisquash Club y Ka la Karmen, destaca que «debemos fomentar el deporte como salud, para ser felices y estar bien con nosotros mismos».
Sobre los anabolizantes Carmen reconoce que «siempre han sido un tema tabú dentro de los gimnasios porque hay mucho dinero detrás, pero es la droga de los deportistas». La preparadora física apunta que «es difícil cambiar esto porque vivimos en una sociedad con modelos de veinte años que pesan cuarenta kilos...».
Carmen Molina asegura que «el problema es que se vende un tipo de belleza que no existe. Es imposible llegar hasta él, por eso debemos fomentar el bienestar».
A lo largo de su trayectoria Molina reconoce haber convivido con personas que han sufrido problemas porque querer alcanzar un modelo irreal de belleza. «Todos queremos mejorar, pero tenemos que luchar con las armas que tenemos. Si una mujer tiene curvas debe dar gracias por ello», asevera Carmen Molina.
Efectos nocivos
Y es que las secuelas que provoca el consumo de anabolizantes son de por vida. Los efectos secundarios de los anabolizantes son infinitos. Desde la insuficiencia cardiaca, la muerte súbita o el infarto agudo de miocardio, hasta la esterilidad, atrofia testicular, virilización, rotura de cuádriceps, lesiones tendinosas, acné, alopecia, agresividad, alteraciones de la libido, depresión, hemorragia nasal, alteraciones de sueño...
El jefe del servicio de Farmacia del Hospital General de Elche, Andrés Navarro, explica que «los consumidores de anabolizantes toman todo lo que encuentran, sobretodo a través de la venta por internet, algo que en España está prohibido, y muchos gimnasios también los importan y los venden saltándose la legalidad, y el proceso terapéutico».
Los anabolizantes son medicamentos y, como tales, precisan de un respaldo médico. Andrés Navarro indica que «se toma un medicamento con un objetivo distinto para el que se ha producido, son andrógenos que se asemejan a la testosterona y desarrollan la musculatura. Pero como se toma una sustancia que no se necesita, se inhibe la producción de la propia testosterona, y aparece desde reducción de testículos, hipertrofia cardiaca, estrías en los músculos... hasta problemas hepáticos ya que se hace trabajar al hígado con una sustancia externa que se acompaña con una dieta con muchas proteínas, cuando es un error, ya que el cuerpo la utiliza como fuente de energía forzando al hígado y se limitando la obtención de hidratos de carbono».
En definitiva, Navarro asegura que «se llevan a cabo dietas desequilibradas acompañadas de sustancias para producir el desarrollo de la musculatura, y lo que se hace es deteriorar el mecanismo humano hasta llegar a producir la muerte».
El farmacéutico apunta que «hay mucho desconocimiento, e incluso se piensa que son inocuos, y también están asociados con el consumo de otro tipo de drogas».
Origen
Los anabolizantes, según recordó Andrés Navarro, se empezaron a utilizar durante la II Guerra Mundial. En aquel entonces, se le proporcionaba al ejercito alemán para que aumentase su masa muscular y estuviese en mejores condiciones para combatir al enemigo. Posteriormente, se extendió su uso entre los deportistas de los países del Este.
