¿Qué ha pretendido con «El caudal»? ¿Cuál es la razón de ser del poemario?

«El caudal» es un libro de poemas, y la poesía no obedece a ninguna finalidad, al menos esto es lo que en mi caso puedo decir. Un libro de poemas no sigue un programa previo; sencillamente, forma parte de lo que uno es. A estas alturas lo único que puedo afirmar es que, si la poesía tiene alguna motivación, no es otra que la de ser, puesto que ella forma parte de las realidades vivas. La poesía es realidad, y la realidad sucede. No llueve para que los árboles crezcan; más bien la lluvia y los árboles son la misma cosa.

¿Qué temas y percepciones personales guían sus versos en esta ocasión?

No creo que haya novedades respecto de mis anteriores libros. Vida y muerte, que forman una unidad indivisible, se entrelazan en «El caudal». En todo caso, sí me parece que este libro supone un paso adelante hacia la transparencia. Cuando un poeta es joven, se empeña en tener sombra, en proyectar su contorno; según cumple años, sin embargo, anhela transparentarse. En cierto modo, se despersonaliza.

Publicar hoy en día debería ser algo más fácil si hay calidad...

No sé yo si en los tiempos de crisis económica que corren resulta tan fácil publicar... De hecho, me consta que no lo es. Y ojalá la calidad de un libro allanara su camino hacia las imprentas, cuando lo cierto es que salen a la luz muchos libros endebles -por no decir que rematadamente malos- en editoriales de referencia. Es lamentable, porque estragan el gusto y confunden a los poetas más jóvenes, que aún son lectores poco avisados. Todos saben la gran cantidad de trepadores y de amaños que se dan en todos los ámbitos?

¿Se considera usted un escritor con suerte?

Yo he tenido mucha suerte. El pasado 2013 publiqué «El caudal» en un blog cuya única entrada era el libro. Pensé que era un modo de facilitar el acceso a mis cosas. Y en cierto modo así fue. No es que me arrepintiera de aquella experiencia, pero no llegaba a satisfacerme. La verdad es que no busqué un editor para el libro. No hice nada al respecto. Pasaron unos meses. Por una serie de azares, Carmelo Guillén Acosta, el director de Adonáis, me ofreció publicar en esa colección, la más veterana de las existentes en España.

No tendrá queja de cómo le trata el público lector. Su anterior libro, «El viaje de la luz», está siendo de los más vendidos en España en la actualidad... ¿Significa eso algo para usted?

Ya es un tópico decir que la poesía carece de público, que sólo tiene lectores, pero es verdad. Y no muchos. Que un libro de poemas aparezca en algunos suplementos entre los más vendidos significa, pues, algo muy humilde a lo que no conviene dar mucha importancia, por más que a uno le halague.

«El caudal» y «El viaje de la luz», ¿tienen algo en común y algo que claramente los diferencie, aun siendo «hijos» de un mismo «padre»?

«El viaje de la luz» es una antología que recoge poemas de todos los libros que he publicado hasta la fecha, incluido «El caudal», cuya penúltima versión ya he dicho que fue mostrada en Internet el pasado 2013. «El caudal» es un libro independiente. Pero, curiosamente, el primer título que le di a «El caudal» fue ése, «El viaje de la luz». Si se me pidiera que definiera qué entiendo por luz, ya no sabría muy bien qué decir, porque se trata de una presencia tan física como espiritual.

¿Hacia dónde va la poesía y los poetas en la actualidad? ¿Qué papel cumple hoy en día?

Actualmente no existe una línea poética hegemónica o predominante. Hay múltiples tendencias. Es como si hubiera caído la torre de Babel... Me gusta pensar que la poesía viene a ser un lugar silencioso donde uno puede estar atento. Hablamos mucho, vivimos atropelladamente, nuestro tiempo es ruidoso, dado a la verborragia, excesivo, gesticulante? No vienen mal algunas palabras esenciales.

¿Proyectos de futuro inmediato?

No tener proyectos. Ahora hasta dudo de atreverme a publicar más poemas.