Apenas faltan unos días para que la pequeña tienda que abrió sus puertas en 1972 junto al Mercado Central cierre definitivamente. Sin embargo, el trasiego constante de clientes previo al Domingo de Ramos se mantiene similar a lo largo de esos 42 años que Baby Lan ha vestido a los niños de Elche.
El negocio de moda infantil de la familia Candela bajará la persiana para siempre el próximo sábado por jubilación, con lo que el centro de la ciudad perderá de nuevo uno de sus comercios más tradicionales.
Dos generaciones han superado la evolución de una ciudad y el cambio de mentalidad a la hora de vestir a los niños. «Desde que nuestra madre fundó la tienda siempre hemos querido apostar por la calidad de la ropa y hemos hecho de nuestras clientas nuestras amigas», confiesa Conchi Candela, impulsora de Baby Lan.
Lo que empezó como una mercería se convirtió en un punto de referencia para vestir a los niños en las grandes celebraciones del año. «La gente trabajadora llegaba con el sobre nada más cobrar y compraba la ropa a sus hijos», recuerda Conchi.
Así, muchas son las anécdotas y recuerdos que se han vivido en este establecimiento ilicitano. Susi Candela, la sucesora de Cochi en regentar el negocio y hasta ahora encargada, se acuerda de que «la costumbre de fiar a las clientas casi llevó a perder la tienda a mi madre en sus inicios».
Apogeo y crisis
Las largas colas para probarse los vestidos de comunión de Baby Lan han sido otros de los momentos que mejor conservan las hermanas Candela. «Hemos querido estar siempre a la última, pero apostando por lo artesanal y hemos llegado a vestir desde bebés hasta niños de 16 años», señala Susi.
Sin embargo, a lo largo de casi medio siglo de trayectoria, las encargadas de regentar la tienda coinciden en que ésta ha sido la crisis más fuerte que han vivido, junto «al daño que han hecho los centros comerciales al pequeño comercio». De hecho, la actual situación les llevó a reducir tallajes y a cerrar una parte ampliada de la tienda en marcha desde su época de más apogeo.
Ahora, la tradicional tienda, que abrió en la casa de la familia Candela construída tras la Guerra Civil tras la torre de Calendura, ha querido poner en liquidación los últimos trajes de su colección antes de cerrar un capítulo en la historia del comercio ilicitano.