Con aplausos y sonrisas, en rostros exhaustos, finalizaba ayer por la tarde una intensa jornada donde 73 estudiantes (al final hubo cuatro bajas) de Secundaria y Bachillerato, de 16 centros de la provincia, competían en la Olimpiada Lingüística en busca de una de las cuatro plazas que el equipo de España llevará a la fase final de Pekín, entre el 21 y el 26 del próximo mes de julio.

En menos de diez días se sabrán los resultados de una serie de problemas y jeroglíficos que «buscan la paciencia, la lógica, la imaginación, no tener miedo a las ideas no tradicionales, no inventar ideas absolutamente descabelladas... siempre buscando que se desarrolle un estilo de pensamiento analítico», explicó ayer Stanislav Gurevich, respondable de la Olimpiada Lingüística Internacional, al tiempo que matizó que «el éxito de este tipo de competiciones ha superado todas nuestras previsiones y, aunque esta es la primera vez que de manera oficial España concursa, en la fase final de Pekín van a estar más de 200 estudiantes de unos 40 países».

El pasaporte para estar allí no resulta sencillo de conseguir porque, «aunque no es necesario conocer idiomas, sí que es imprescindible dominar la concentración, la imaginación, el ingenio para resolver esos problemas en lenguas diversas». Y, así, se fueron sucediendo pruebas donde aparecían verbos en letón, problemas matemáticos en aroma (una lengua malayo-polinesia), traducir el mudarí (en el este de la India), manjear el tocario (lengua milenaria), darle sentido a palabras turcas y hasta contar con un sistema tan propio como antiguo, y casi desconocido, que tienen los pastores del norte de Inglaterra para enumerar las ovejas. Por si faltaba algo, en sesión de tarde, llegaba un crucigrama en estonio, donde había incluso espacio para la geografía, las matemáticas y la astronomía.