En los últimos cuatro años, la acurela ha ido ganando tiempo de creación y ha sido el resultado, a base de intensos colores y la mayoría de las veces de trazos optimistas, de la investigación que se basa en la literatura, en el paisaje y en las ciudades. Así, el ilicitano Gaspar Jaén i Urbán, arquitecto, poeta y catedrático de Dibujo de la Arquitectura de la Universidad de Alicante, ha ido acercando su realidad al quehacer artístico que ha configurado «una línea personal donde el valor del agua es primordial, quizás porque para algunos representa el valor efímero por excelencia. Todos mis dibujos están en función del agua, con la que se dibuja y se desdibuja», explica Gaspar Jaén, en un estudio donde su realidad viene marcada por un paisaje cotidiano que entremezcla con armonía libros y pinturas.

En todo este tiempo, ya se han superado el centenar de dibujos, con acuarelas o acrílicos, en tela o papel. El principio de esta intensa línea de trabajo llegó casi por casualidad, a partir de aparecer en la revista «Métode» (publicación de difusión de la investigación de la Universitat de València) «un texto sobre los riegos de los huertos de palmeras, acompañados con dibujos que tenía ya realizados. Posteriormente, hace un par de años, llegaría un encargo sobre botánica, con dibujos de la vegetación y el paisaje»... y, desde ese momento, ha ido creciendo, básicamente, teniendo como pilares «las plantas, los libros y las ciudades». Hay flores singulares nacidas de líneas entrelazadas, referencias a paisajes, jardines junto al mar, pero también «los planos de esas ciudades, los nombres de las cosas y elementos vegetales. Siempre -asegura Gaspar Jaén- hay literatura detrás de mis dibujos, hay documentación y una elaboración intelectual muy fuerte. Escribo y dibujo las cosas que me gustan y me interesan, mi obra gráfica gira alrededor de las cosas del mundo que me atraen de forma intensa».

Su pretensión es que se reúna su obra escrita con sus dibujos, por eso está muy interesado en que las acuarelas lleguen «a esas bibliotecas o museos, sean públicos o privados, donde hay obra mía. Estamos ante los únicos refugios del saber y, quizás, es de lo poco que podamos salvar en este caos en el que estamos metidos». Y sus dibujos, sus acuarelas, que son capaces de generar optimismo y que respiran líneas con sentido geométrico, comenzaron a viajar hasta medio mundo: las bibliotecas nacionales de España (Madrid), Cataluña (Barcelona), Uruguay (Montevideo), el Congreso de EE UU (Washington)... «y, en la actualidad estoy terminando los dibujos que enviaré a la Biblioteca Nacional de Portugal, en Lisboa», concluye.