Toda su vida ha tenido siempre presente el arte, el que crece con el paso del tiempo, el que se extiende más allá de los límites físicos y el que necesita de una investigación constante que, en este caso, con el sello innato de Pedro Muiño, se inició en 1970 con su primera exposición individual y con sólo 17 años. Coruñés y afincado en Alicante, Elche reúne ahora una selección del último tramo de su recorrido, donde todo está cuidado al mílimetro, donde cada una de las 50 obras, la gran mayoría de grandes dimensiones, es un buen ejemplo de que todavía hay tiempo para sorprender de la mano del uso del color. «Hay una tranformación radical, y así he pasado de utilizar naranjas, ocres, blancos, dorados, a buscar un planteamiento minimalista, donde se da paso a superficies planas, frías, donde hay fogonazos de luz» que llegan vivos a travérs de trazos geométricos, según explica el artista plástico que, por primera vez, expone entre palmeras, tras asomarse a la ciudad en una colectiva que llegó en 2011 bajo el título «Gabinet de papers».

Ahora, y hasta el próximo 16 de febrero las tres plantas del Centro Municipal de Exposiciones de la Replaceta de Sant Joan recoge el trabajo de su inquietud constante, de la búsqueda fiel por hacer algo único de un camino donde los bocetos, los dibujos marcan una línea paralela de trabajo. «Esta serie negra, por ejemplo, puede tener detrás hasta 300 dibujos, con entidad, que podrían ser también mostrados, y que me han servido para llegar hasta el trazo final de un cuadro, porque las manchas, las líneas, el propio color y sus tonos, van dando claves en el proceso del trabajo. Todos los elementos de una obra están pensados obsesivamente, están medidos, controlados al máximo, intentando que lo gratuito no tenga cabida en la obra, luchando por conseguir que la anécdota desaparezca de mi trabajo para lograr que lo sobrio sea el actor principal». De su quehacer artístico hay muestras palpables en Nueva York, Miami, Francia Bélgica, Portugal... en Alicante, Barcelona, A Coruña, Ferrol, Madrid, Murcia, Santiago de Compostela, Valencia, Vigo... Por todo ello, quizás, no acaba de entender Pedro Muiño que la fría soledad se deje ver más de la cuenta. «Algo está fallando cuando esta exposición está teniendo más repercusión en Madrid, Galicia o Bilbao que en Elche». La oportunidad es única y la trayectoria de la obra de Pedro Muiño hace que merezca la pena caminar entre las obras que han conseguido generar silencio, pero que al mismo tiempo hablan y ofrecen una vertiente distinta de las posibilidades del arte. «Reconozco que mi trabajo comenzó siendo muy matérico, con texturas y colores cálidos y hasta cierto punto barroco... pero en los últimos años he ido eliminando lo superfluo, porque la pintura evidente no me interesa». El tratamiento de la luz y los matices escultóricos ayudan a comprender más a fondo una realidad que «está siendo c0mplicada para los que trabajamos el arte. No obstante, el mercado del arte es más poderoso que el arte mismo; y, además, el contacto entre los artistas se ha perdido», concluye.