Trabajar en un sector que no esté afectado por la crisis y que permita tener un empleo estable parece hoy en día una utopía. Pero siempre hay excepciones que rompen las reglas, y una de estas se encuentra entre los oficios vinculados a la muerte, como es el caso de la tanatoestética.

Tanto es así, que actualmente la mitad de las personas que se forman en este oficio suelen encontrar un puesto de trabajo estable durante los cinco meses posteriores a obtener el título reconocido por la legislación vigente. Un título que en España sólo se puede obtener de forma presencial en tres centros, los que están en Barcelona, Salamanca y Elche.

De ahí que la ciudad de las palmeras reciba a cada año a personas que llegan desde distintas provincias de España para estudiar el curso de tanatoestética que se imparte en la academia ilicitana Inespa, que desde hace seis años ha formado a un total de quinientos alumnos en esta especialidad estética.

Francisco Baeza, el director de la academia Inespa, destaca que «por aquí han pasado alumnos de Madrid, Barcelona, Valencia, Tenerife o A Coruña, porque aunque hay mucho intrusismo on-line donde se ofrecen cursos semipresenciales, la gente prefiere formarse en un centro donde pueda hacer prácticas con difuntos, como es nuestro caso».

En Elche se forman grupos de diez personas cada mes y medio para aprender a arreglar a los muertos. Personas que durante diez días aprenden de forma intensiva todo aquello que hay que tener en cuenta para dejar a los difuntos en buen estado.

El perfil que presentan los alumnos que acceden a esta formación es muy amplio. Francisco Baeza explica que «ahora, con la crisis, viene gente de toda clase y de muy diversos sectores; han pasado personas que han trabajado en el calzado, en la agricultura o en oficinas, y que vienen buscando una formación para acceder a un mercado laboral estable, donde no hay temporada, sino un trabajo continuado durante todo el año».

Así, apunta Baeza, «entre tres o cuatro personas de las que hacen el curso encuentran un trabajo en pocas semanas, y la mitad ya está incorporada al mercado laboral cinco meses después de haber salido de las aulas».

Para que a los aspirantes les vaya bien en este puesto de trabajo, destacan las profesoras Susi Boix y Lola Conejo, «es fundamental tener buen humor, ya que, aunque pocas, hay personas que se piensan que van a poder y cuando tienen delante un difunto se dan cuenta de que no».

Para arreglar a los muertos, dicen las docentes, «la clave está en que no se note el maquillaje, que presente un aspecto normal quitando la fealdad de la muerte».

De hecho, apuntan que «se da la circunstancia de que a las personas que más les cuesta aprender es a las propias esteticistas que tratan de reciclarse para enfocar su trabajo a los difuntos, ya que no es lo es mismo maquillar a una persona viva que a un difunto».

El respeto hacia el difunto es otro elemento a tener muy en cuenta, destacan las profesoras del curso de tanatoestética que se imparte en Elche. «Se necesitan personas abiertas y con buen humor, pero también con mucho respeto hacia a la persona que hay que arreglar», aseveran desde la academia Inespa.