¿Cómo decidió dedicarse al mundo de la danza?

Con tan solo ocho años comencé a bailar, aunque llevaba ya tres años dedicándome al canto en una compañía infantil. Con esa edad no sabía nada de bailar, solo me ponía sobre puntas y mi madre decidió que un profesor de Alicante me diera clases. Durante un tiempo compaginé cantar y bailar. Pero cuando empecé Bachillerato comencé a interesarme más seriamente por la danza y con 13 años me fui a Barcelona a recibir más formación, donde estudié con grandes coreógrafos como Juan Magriñá. Y a día de hoy continúo aprendiendo

¿Qué ha significado esta profesión para usted?

Al empezar tan joven a bailar, para mi la danza ha sido una vocación, Me llena mi trabajo y lo disfruto. La persona que se dedica a esto y siente pasión no puede dejarlo. He sacrificado muchas cosas en mi vida para llegar hasta aquí, he estudiado mucho en Barcelona, en Lyon, Londres y otros lugares. Y hace 50 años fundé una escuela que ha sacado de la cantera grandes profesionales y sentir eso es una gran satisfacción. Además, siempre he pensado que si la gente supiese las ventajas de la danza, la practicarían como afición, tiene muchas ventajas para la salud.

De cara al futuro, ¿qué proyectos baraja tanto personales como para la escuela?

Mi ilusión sería hacer una gala con motivo del 50 aniversario de la escuela con todos los bailarines profesionales que he formado, pero aún está en el aire.