Crímina, un departamento mixto de la Universidad Miguel Hernández y el Ayuntamiento de Elche, ofrece desde este curso y de forma pionera una modalidad «on-line» de sus másteres en «Intervención Criminológica y Victimológica» (con opción semipresencial) y «Análisis y Prevención del Crimen». Estudiar el fenómeno criminal con un abordaje amplio y científicamente riguroso es el «leitmotiv» de Crímina, que busca herramientas para prevenir delitos.

¿A qué se dedican en Crímina?

Somos un centro multidisciplinar. Yo soy de derecho, pero hay gente de criminología, estadística, psicología, arquitectura... La idea es que cualquier instrumento racional utilizado desde una perspectiva científica puede servir para la prevención y el tratamiento del delito. Hacemos investigaciones muy prácticas e intentamos exponerlas mediante formación. Solo formamos en aquello que somos expertos y si no lo somos los buscamos.

¿Y por qué un arquitecto?

Según definas una ciudad o diseñes un vecindario, es posible que haya más delincuencia que en otros. La criminología tradicional ha estudiado la perspectiva del delincuente, pero cuando hay un crimen no hay solo un criminal, sino también una víctima, la ausencia de un vigilante y un lugar determinado. Todo eso es lo analizamos.

¿Es tan importante estudiar a la víctima como al delincuente?

Es esencial estudiar el perfil del criminal pero la víctima incide mucho en que haya o no haya delito. No es que sea responsable, nunca lo es, pero sí incide. Intentamos estudiar en qué medida los comportamientos de una persona hacen que tenga más posibilidades de ser víctima. Analizar desde una perspectiva científica por qué alguien es víctima permitirá determinar qué conducta es de mayor o menor riesgo. Y luego está el vigilante, que puede ser la policía pero también la familia, los padres, los amigos... Intentamos ir más allá de esa perspectiva tradicional de si el criminal nace o se hace, lo que nos interesa es ayudar a prevenir el crimen, y ahí la ciencia tiene mucho que decir.

¿A quién dirigen la formación?

Tenemos formación especializada policial y de seguridad y los másteres, para todos los que trabajan en prevención o predicción de delitos, con víctimas o delincuentes.

¿Se puede predecir el crimen?

Se han puesto muy de moda las herramientas de valoración del riesgo del crimen, por ejemplo en casos de violencia de género. ¿Con qué criterio toma un juez la decisión de dictar o no una orden de alejamiento? Estamos trabajando con lo que se denomina «informe criminológico», como el informe que hace un arquitecto para decir si algo se puede derrumbar o no; trabajamos en decir qué riesgo existe de que se produzca reincidencia.

¿Y eso cómo puede ser fiable?

El crimen, igual que el comportamiento futuro, no se puede predecir. Pero sí se puede valorar el riesgo. Se trata de establecer a partir de estudios empíricos cuáles son los factores que inciden y cuál es su peso. Pueden ser personales (la impulsividad, la agresividad...), de carácter social (tener apoyo del entorno) o ambientales (la oportunidad). El delito es multicausal.

¿Es correcto creer que adictos, personas sin recursos o socialmente aisladas delinquen más?

Es evidente que existen determinados condicionantes que intuitivamente todos podemos asociar al crimen. No ya la pobreza, pero sí la exclusión social puede estar relacionada con la criminalidad pero, dentro de un grupo, ¿quién en concreto es el que va a cometer el crimen? Lo que sí es cierto que delincuente puede ser cualquiera, es un error pensar que hay personas más predeterminadas que otras, aunque hay condicionantes.

¿Víctima puede ser cualquiera?

El crimen no es del todo aleatorio, decir que le pueda pasar a cualquiera es un error. Otra cosa es que sepamos decir por qué, pero el criminal toma la decisión de atacar a alguien por algo. Porque es más valioso, más débil, la recompensa más alta, el castigo más bajo... Es absurdo pensar en el delincuente como un ser irracional: Hace un cálculo de coste-beneficio, piensa qué va a obtener y qué le puede pasar.

Ese argumento hay quien lo usa para pedir que se endurezcan las penas. Habrá oído eso de que delinquir en España sale barato...

En 2007 se reformó el Código Penal en materia de seguridad vial con el argumento de que había conductas que tenían una sanción administrativa tan leve que no disuadía. El argumento era «vamos a endurecer las penas y de esa forma descenderán». En 2009 planteamos un trabajo (de la psicómetra Rebeca Bautista) para crear un modelo estadístico que explique el cumplimiento de las normas. Las conclusiones nos dicen que la severidad del castigo no tiene peso en la decisión de conducir bajo los efectos del alcohol o a altas velocidades, y sin embargo sí lo tiene la certeza de que voy a recibir una sanción, da igual lo severa que sea.

¿Y entonces?

Por tanto endurecer las penas no tiene el efecto que cree el legislador, pero hacer más controles sí. Pero lo que más efecto tiene son dos cosas. Primero, el comportamiento de los iguales, (lo que hacen mis amigos, y cómo me ven míos si lo hago): y después lo que yo considero que está bien. Cumplimos las normas que nos parecen legítimas, ¿y si no cómo se explica la piratería intelectual? Hay que incidir en crear una moral social, y el mejor camino no creo que sea el derecho penal. Es posible que las medidas educativas y de estigmatizar ciertos comportamientos sean lo que nos dé los frutos y no incrementar las penas.