Si Mónica Lorente se atreve a lanzar un órdago al PP provincial y al regional y encabezar una moción de censura contra el equipo de gobierno de Orihuela, qué no va a hacer la alcaldesa de Elche cuando tiene el control, nunca mejor dicho, de la tercera ciudad de la Comunidad Valenciana y su partido muestra signos alarmantes de debilidad.

La elección del empresario ilicitano Manuel Román para presidir la Institución Ferial Alicantina (IFA) ha sido una gran sorpresa y ha desbaratado los planes iniciales del vicepresidente y portavoz del Consell, José Císcar, que apostaba por Manuel Fernández, un emprendedor vinculado al sector del metal. A Mercedes Alonso no le gustó nada que no se contara con ella cuando desde la Generalitat se intentó imponer a Fernández, porque IFA, y ahí tiene toda la razón, está ubicada en su término municipal; algo tendrá que decir el Ayuntamiento. Además, la máxima autoridad municipal manejaba otros nombres, y aunque Manuel Fernández le parecía una persona «válida y competente», consideraba que no era el único que podía desempeñar esa función. Quizá lo que más le disgustaba es que este empresario era de la cuerda del actual presidente de Coepa e IFA, Moisés Jiménez, con el que no entra en sintonía; cosas de la «alta política».

La regidora ilicitana tenía en mente otro perfil de candidato. A Alonso quien más le gustaba, aunque lo niegue mil veces, era Enrique Martín, dirigente del Centro Europeo de Empresas Innovadoras de Elche (CEEI), pero su pasado político condicionaba dar el paso definitivo (encabezó la candidatura electoral al Senado por La Falange en el año 2000). Otros nombres, como el director general de Grupo Antón de Comunicación, José Antón Puntes o el empresario del calzado Rafael Bernabéu Esclapez estuvieron también sobre la mesa, pero por unas circunstancias u otras fueron eliminados en favor de Manuel Román, un hombre de consenso, pese a tener en su debe haber sido nombrado en la etapa socialista miembro del comité de dirección de IFA en representación del Ayuntamiento. En este caso no ha importado la gestión del PSOE.

Parece que Alonso vuelve a salirse con la suya pese a arriesgarse a romper la supuesta cohesión que desde el sector empresarial ilicitano se ha vendido en los últimos años. Nada que ver con lo que ha pasado con sus homólogos de Alicante, seguidores incondicionales de la política que ha venido desempeñando el PP durante sus más de 17 años de gobierno en esta Comunidad.

Pero a la alcaldesa le gusta inmiscuirse en los asuntos empresariales. No en vano, representa al partido que más aprecia a este importante sector de la sociedad, aunque tras el discurso incendiario del presidente de la Cámara, José Enrique Garrigós, en la Noche de la Economía Alicantina fue todo un alegato contra la corrupción de los políticos. Se notó que el Consell debe dinero a la institución, cualquier cosa es posible en este complejo mundo repleto de intereses cruzados.

Mercedes Alonso se encuentra tan a gusto en este juego de tronos que entró como elefante en cacharrería en Elche Parque Empresarial, todo un modelo de gestión y la joya de la «corona ilicitana». De un plumazo provocó el cambio de su presidente, Martín Minaya, en favor de Juan Perán, el propietario de Pikolinos, cuyo prestigio en la ciudad de las palmeras y la provincia es bien conocido. Tanto, que la Diputación Provincial le premió recientemente con el Alicantino de Adopción. Alonso maniobró para que Antonio Martínez, al frente de Pimesa, (una empresa municipal de Elche), ocupara el puesto de salida, pero al final no pudo o no quiso tensar más la cuerda. Pero a su discípulo lo dejó «colocado» en una posición envidiable para un futuro, por si acaso Perán se cansa antes de tiempo.

No contenta con este golpe de mano, involucró al tejido empresarial de la ciudad en hacer una colecta para recaudar los 50.000 euros necesarios para cambiar la rotulación del aeropuerto, una vez que Aena dio luz verde a que Elche formara parte de la nueva denominación del aeródromo. Ahí tenemos el papel de la Associació per al Desenvolupament Rural del Camp d'Elx (ADR) saliendo a la palestra para apoyar firmemente el proyecto de la Alcaldía. Ahora parece que también desde el parque industrial de Torrellano se han puesto a recaudar para tan noble fin, con el enfado de la clase empresarial, porque el cambio de nombre de El Altet «también los va a beneficiar», reza la circular enviada desde el Ayuntamiento. Vaya papelón que tienen que hacer algunos por haberse entusiasmado demasiado con otras siglas en el pasado.

Los empresarios se volverían a equivocar si de nuevo se echasen en manos del político de turno como ya ha pasado en la capital alicantina. Los partidos, sobre todo cuando tienen mayoría absoluta, tratan de imponer sus criterios en todos los ámbitos de la sociedad, coartando su libertad y su iniciativa. Los emprendedores están para crear riqueza y empleo. Distraerse con esta especie de juegos de tronos no conduce más que a desencuentros y a la desunión de un sector clave para la recuperación económica. Dejarse manejar sólo conduce a un servilismo impropio de los tiempos que vivimos. Basta ya de pagar peajes por los caprichos de una clase política emperrada en proyectos de dudosa utilidad para la ciudadanía.