El conflicto se arrastra desde hace años. De hecho, la disputa por la titularidad de la ermita y la superficie sobre la que se levanta acabó en el juzgado, hasta que en 2001 la Audiencia Provincial falló que la propiedad correspondía al Obispado. Todo empezó cuando la finca en la que se enclava el templo fue vendido a su actual dueño, quien entendió que el edificio se encontraba dentro de los lindes de su parcela, mientras que los vecinos de Saladas y Jubalcoy consideraban que el inmueble pertenecía al Obispado. Finalmente, la Audiencia decretó que la propiedad de la ermita y el «pequeño trozo de tierra que la circunda» era de la Iglesia Católica por haberla poseído «quieta, pública, pacífica e ininterrumpidamente durante tiempo inmemorial». m. p.