La polémica sobre el emplazamiento de la futura estación del AVE, y sobre si debe mantener en Matola, hay que trasladar al aeropuerto, o incluso sobre si es necesario contemplar estas dos posibilidades, ha dado mucho de que hablar en las últimas semanas, quizás demasiado a estas alturas. Mientras tanto, se ha ido perdiendo de vista cuál es el estado real de las obras a su paso por Elche. INFORMACIÓN se "cuela" en las entrañas del AVE, con los técnicos del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) como guías y trata de desvelar la incógnita a lo largo de sus diez kilómetros de trazado.

La ruta comienza justo donde se inicia el tramo Carrús-Elche, de 4,5 kilómetros, y ya completamente acabado a falta del montaje de vías, catenarias y sistemas de seguridad, trabajos que aguardarán a que la obra esté más avanzada en otros sectores para poder sacarlos a licitación. Y es que, en estos casos, los proyectos se ejecutan por tramos de entre 40 y 50 kilómetros, según indican desde Adif. Lógicamente, todo dependerá del avance de las siguientes áreas que enlazan con las de Elche y Crevillent, y, lógicamente también, del tema económico.

Precisamente es en este intervalo de Carrús-Elche donde se concentran los taludes más grandes desde Monforte del Cid hasta Murcia. Algunos llegan a los 20 y a los 30 metros de altura. Todos ellos están teñidos ahora de un tono pardo con algún que otro destello verde. Las laderas se hidrosembraron en su momento para estabilizar el terreno, y cuentan que con las lluvias de primavera el marrón dejó de ser marrón para teñir la zona de verde.

También se han creado muchos caminos que, hasta la fecha, no existía y se han creado nuevos sistemas de drenaje. Sólo en este tramo hay hasta siete pasos que se alzan a lo alto para permitir el desvío de las aguas. Ahora, eso sí, todos ellos están cerrados a cal y canto por una pequeña puerta para garantizar la seguridad, y a la espera de que les dé uso la empresa que se haga cargo del contrato de mantenimiento del drenaje. También hubo que hacer una reposición de los canales del Taibilla y de las arquetas por las obras.

Las labores en este tramo dieron pocas sorpresas -al fin y al cabo, se habían hecho los sondeos previos de rigor-, pero lo hallado tenía su valor: en total, 40 fósiles que correspondían a invertebrados marinos como bivalvos, erizos y corales, y algún resto de vertebrados, tanto marinos como continentales, todos ellos de hace aproximadamente 5,5 millones de años. El tesoro fue depositado en el Museo Paleontológico de Elche (MUPE).

Una de las paradas obligadas es el túnel artificial de Carrús, de 371 metros de longitud y 9,2 metros de altura. Para su contrucción, se procedió a una excavación previa de la traza a cielo abierto para, una vez retiradas las tierras y construida la estructura de hormigón, rellenar y restituir el terreno, respetando la orografía original, "incluso mejorándola", según confiesan orgullosos desde Adif con media sonrisa.

A partir de ahí, basta con andar apenas unos metros para encontrarse con el tramo más singular, que no es otro que el atravesado por el denominado túnel de Elche, con una longitud total de 1.288 metros, de los que 1.033 metros corresponden a excavación de túnel en mina y los restantes 255 metros son de túnel artificial y emboquilles. La infraestructura cruza la pedanía de Peña de las Águilas, y conecta con un paso inferior de 250 metros que atraviesa la A-7. Son unos grandes pilares y la losa hormigonada que define el techo la que marca la transición entre una infraestructura y otra, y levantando la mirada es posible ver la mediana que divide los carriles de la autovía. En el interior del túnel, además, hay un pasillo de evacuación con barandillas.

El viaducto sobre el barranco de Barbasena, con una longitud de 66 metros, y ejecutado como estructura continua "in situ", según el argot técnico, y otros dos pasos superiores de 45 y 62,4 metros en distintos puntos completan el tramo hasta llegar a otro paso, pero en este caso inferior, que atraviesa la carretera de Crevillent. Es ahí donde el tramo Carrús-Elche expira para dar vida al de Elche-Crevillent, ejecutado al 99%, a falta de los últimos remates.

A la altura de Matola, lo que más llama la atención es el espacio reservado para la estación, en un punto en el que se amplía hasta cuatro el número de vías, y donde ya se han construido lo que en un futuro serán los andenes, aunque de la estación todavía no hay ni rastro, hasta que no salga a licitación, ya cuando la Alta Velocidad tenga próxima su llegada.

Un paso inferior casi al final de la obra, junto a otros ocho distribuidos a lo largo del recorrido, y dos viaductos, uno para salvar la CV-875 y otro para esquivar el barranco del Bosch, completan el tramo. El viaje a las entrañas del AVE a su paso por la zona ha acabado. Las obras continúan más allá de Crevillent.