Hace solo unos días Bomberos y Policía Local tardaron más de tres horas en sacar de su casa a un hombre de 43 años y alrededor de 300 kilos de peso que necesitaba urgente atención sanitaria. Cuando llegó al Hospital del Vinalopó no se pudo hacer nada por su vida. Nueve efectivos tuvieron que aplicar fuerza e ingenio para serrar una parte del balcón y emplear una grúa para sacarle y trasladarle en camión a Urgencias. El dramático caso de este vecino para el que ni siquiera había camillas adecuadas es afortunadamente una excepción, porque no más del 0,02% de españoles presentan esta condición crónica tan grave. Sin embargo, es una realidad alarmante el aumento de la obesidad y de los casos mórbidos en la sociedad, más aún en el sur de la península. Mientras los médicos y organizaciones sanitarias no dejan de alertar de los riesgos asociados al exceso de grasa corporal, los quirófanos no dan abasto para frenar esta peligrosa tendencia, porque operar no es suficiente ni es la panacea sin concienciación y compromiso por parte de los pacientes.

Solo cuatro hospitales públicos de la provincia de Alicante realizan cirugía bariátrica o cirugía de la obesidad, y los dos de Elche están incluidos (además del General de Alicante y de Alcoy). En cada uno de ellos realizan en torno a 40 operaciones al año, un ritmo encomiable y nada desdeñable aunque insuficiente para los más de 1.600 enfermos que estarían en condiciones de pasar por el quirófano (el 0,5% de los 320.000 pacientes de Elche, Santa Pola, Crevillent o Aspe que tienen en Elche sus hospitales de referencia). El cirujano Jaime Ruiz-Tovar, del Hospital General de Elche, cree que ese 0,5% es demasiado optimista, que más bien se debería hablar de algo más del 2%, porque los obesos mórbidos no están "censados", ya que son gente sana que se encuentra bien y a veces no va al médico (a menudo, dice, este tipo de sobrepeso está relacionado con una actitud de abandono por parte del paciente, a veces asociada a trastornos depresivos o déficits de autoestima).

Aconsejable

Concreta que las indicaciones médicas hablan de que es aconsejable operar a personas con índice de masa corporal (IMC) superior a 40 o a partir de 35 si hay cuestiones asociadas, como diabetes, artrosis, hipertensión, hipercolesterolemia, apnea del sueño dado que la grasa del cuello cierra la vía aérea... Son patologías que sufren con frecuencia, dado que el IMC recomendable es de 18 a 25 (se calcula dividiendo el peso en kilos entre la talla en metros al cuadrado).

Ambos hospitales cuentan con unidades de obesidad compuestas por endocrinos, cirujanos, psicólogos, nutricionistas o facultativos de medicina interna para tratar cada caso al detalle y de forma multidisciplinar. En el Hospital del Vinalopó el cirujano Andrés Tomás no quiere asustar a la población, aunque reconoce que "es un problema de difícil solución, una ola que se veía venir desde hace tiempo, que sabíamos que iba a llegar desde Estados Unidos, y aquí esta".

Lo fundamental, ahora, sería "prevenir a la gente joven, porque cada vez hay más tasa de sobrepeso y obesidad en niños y adolescentes y me temo que la crisis económica no va a hacer más que empeorarlo porque es más barato comer mal y eso sumado a la falta de trabajo, que es un estimulo para hacer algo de ejercicio físico...". Los niños obesos tienen muchas papeletas para ser de mayores adultos obesos, por eso Ruiz-Tovar considera que "es una enfermedad evitable, que existe en los países desarrollados que en vez de aprovechar la abundancia para tener calidad de vida hacemos lo contrario; en la posguerra española no existía la obesidad, es una patología de los últimos 30 ó 40 años y va a más".

Un IMC entre 25 y 30 es considerado sobrepeso (lo padece un 35% de la población), hasta 35 obesidad leve (un 20%), a partir de ahí obesidad grave y de 40 en adelante obesidad mórbida. No hay más truco que la alimentación y el ejercicio, por mucho que suene repetitivo (y no beber alcohol, pues cien mililitros de Whisky contienen unas 280 calorías, ya que un gramo de alcohol tiene siete, casi tantas como un gramo de grasa, que tiene nueve).

La doctora Pilar Serrano, jefa de servicio de Cirugía General del Hospital del Vinalopó, señala que hay muchos factores detrás de esta tendencia (la ingesta excesiva, factores sociales y parte genética): "El obeso es un enfermo aunque socialmente no se le considere así; es un paciente con problemas sociales, sexuales, psicológicos... Suele ser una persona frustrada, a veces fuera de la sociedad, que no se puede poner un bañador y que cuando se opera vuelve a vivir. Pero depende de las circunstancias de cada familia que la situación pueda ir empeorando porque no haya conciencia o asesoramiento". Ruiz-Tovar coincide en que "hay un componente psicológico extra, porque se quedan recluidos en casa, con lo cual hacen menos ejercicio y engordan más; pero para un paciente sin ningún compromiso, que también los hay, no sirve para nada la cirugía".

Antes de operar es deseable que el paciente pierda por sí mismo kilos, porque cuanto menos pese menos riesgos habrá en quirófano. No solo eso, sino que su esfuerzo le indica a los médicos que está concienciado y sabe que tendrá que vivir toda su vida a dieta, porque la operación le ayuda a adelgazar pero no le cura para siempre: "Hay estudios que demuestran que el paciente que es capaz de perder peso por su cuenta a la larga logrará mantener los resultados de la operación", dice Andrés Tomás.

Esos resultados no son cualquier cosa, ya que la obesidad supone una menor esperanza de vida y de una peor calidad, riesgo de padecer diabetes, artrosis, varios tipos de cáncer o infartos.

Hay diversas técnicas en cirugía bariátrica. Una de ellas es la reducción de estómago, que disminuye la capacidad de ingesta pero el cuerpo sigue absorbiendo todo lo que se come; otra técnica es la que implica "saltar" una parte del intestino para que no pase alimento por él y no se engorde, aunque una mala alimentación puede conllevar otras secuelas nutricionales.

Feliz

Antonio Aroca acude feliz y acompañado de su mujer a la consulta una semana después de haberse operado. Sonríe todo el tiempo y está encantado con la atención recibida en el Hospital del Vinalopó. Llegó a pesar 125 kilos con una talla de 1,70 y entró al quirófano con 110, después de perder 15 de los 60 que le sobraban por su cuenta.

Resopla cuando se le pregunta si se imagina pesando 70 u 80, pues irá perdiendo peso durante los próximos seis meses, aunque cada paciente lleva su propia evolución: "Para mí un solo kilo es muy importante, para las rodillas o porque para subir unas escaleras me fatigo; ahora hay dolencias que tenía que ya no tengo, tomaba tres medicinas para la hipertensión y ya me las he quitado, dormía con una máscara y ya no... Cuando uno lleva desde que nace haciendo régimen (porque yo soy así, que diga mi mujer lo que como, yo no como para estar así) te operas y sabes que no quieres volver a caer. Ten en cuenta que hasta para comprarte ropa a veces se te saltan las lágrimas; uno no se mete aquí porque quiere y sé que si vuelvo a hacer las cosas mal volveré a lo mismo, pero necesitaba que me quitaran el apetito". Asegura que "no estoy aquí por estética, a mí con 49 años lo que me interesa es la salud porque con la tensión alta y con colesterol todos los médicos me hablaban de infarto, y con los años hubiera ido a peor. No le tenía miedo a la operación, le tenía miedo a ser un estorbo para mi familia o a no valerme por mí mismo".

Un comité evalúa el ritmo de cada paciente

El Hospital General de Elche opera a unos 30 ó 40 pacientes al año, cada vez más, desde 2007. La intención es pasar a cuatro operaciones al mes, aunque la complicación está en que los quirófanos tienen que compartirse con el resto de necesidades y la obesidad mórbida no deja de ser una patología benigna (no es una urgencia y no tiene preferencia, como los tumores). En el Hospital del Vinalopó realizan de 40 a 50 operaciones al año desde 2011. Las esperas desde que se recomienda la operación hasta que se hace, dicen en ambos centros, no son largas. En el caso de Antonio Aroca fue un año. Varían en función de cada paciente y no van asociadas a una lista de espera, sino a que todos los especialistas den el visto bueno, el paciente pierda peso y un comité médico valore cada caso. e. g. b.