¿Qué tipo de investigación realiza usted en el Instituto de Bioingeniería?

Comencé a colaborar con la Universidad de Elche siendo estudiante de Medicina. Algunos de nuestros profesores proporcionaban estancias en laboratorios. Fue Eduardo Fernández, director de la Unidad de Neuroprótesis y Rehabilitación Visual del Instituto de Bioingeniería, quien me ofreció unirme a su grupo y con ello me abrió las puertas a la investigación en neurociencias. He tenido la suerte de poder continuar en su equipo y así investigar en un campo nuevo, único y fascinante como es el de la plasticidad cerebral. La plasticidad es una propiedad fundamental del sistema nervioso, gracias a la cual nuestro cerebro es capaz de las más asombrosas adaptaciones, nos permite adquirir nuevas capacidades y recuperar lesiones nerviosas. Entender cómo se llevan a cabo estos procesos para ayudarnos a diseñar estrategias de rehabilitación y nuevas terapias es una de las líneas de investigación del grupo. Para estudiar la neuroplasticidad utilizamos diversas técnicas, como la resonancia magnética funcional, con la que podemos identificar que áreas del cerebro se están activando cuando realizamos una tarea, o la estimulación cerebral no invasiva, que nos permite guiar la plasticidad, modularla e incluso promover cambios a corto plazo.

¿Cuáles son las enfermedades neurológicas más frecuentes en la actual coyuntura y qué incidencia o frecuencia tienen sobre la población?

En los países desarrollados las enfermedades neurológicas suponen un problema sociosanitario y económico de primera magnitud. Su importancia se debe a que la enfermedad neurológica tiene una repercusión sobre la capacidad física y mental de quien la padece y eso a su vez afecta a su entorno familiar, social y profesional. Además, en las próximas décadas, la prevalencia de las enfermedades neurológicas se verá incrementada, en relación al envejecimiento de la población, que conllevará un aumento de las patologías asociadas a la edad, como el ictus, que supone la primera causa de muerte en la mujer española, las demencias como el Alzheimer, o la enfermedad de Parkinson, entre otras. En la adolescencia y la juventud, las patologías más frecuentes son los traumatismos cerebrales y medulares, diferentes tipos de epilepsia, enfermedades neuromusculares y las enfermedades desmielinizantes como la esclerosis múltiple, primera causa de discapacidad no traumática en jóvenes. La migraña es una de las enfermedades neurológicas más prevalentes, afecta especialmente a adolescentes y adultos, y tiene unas repercusiones económicas elevadas por el absentismo laboral y el gasto farmacéutico asociado.

¿En la provincia hay alguna patología cerebral, por su clima, por el tipo de industria aquí asentada, etcétera, que sea más frecuente que en otros puntos de España?

La provincia es la tercera provincia del país con mayor proporción de extranjeros y esta realidad demográfica tiene su repercusión en las patologías neurológicas que atendemos. Por una parte encontramos los inmigrantes provenientes de países en vías de desarrollo (Latinoamérica y Norte de África). Se trata de una población joven donde predominan patologías como la cefalea y la epilepsia, junto a algunas enfermedades infecciosas endémicas como la neurocisticercosis, provocada por un parásito. Y por otro lado están los inmigrantes que provienen de la UE, habitualmente una población envejecida cuyas patologías más prevalentes son las enfermedades cerebrovasculares y las demencias.

El estrés diario, o los problemas derivados por la actual crisis, con personas que lo están pasando muy mal psicológicamente, pueden estar pasando factura y afectando al propio sistema nervioso central?

Los problemas laborales y económicos y el fallo en las redes de protección social derivados de la actual crisis tienen efectos negativos para nuestra salud: ansiedad, depresión, insomnio, abuso de sustancias nocivas y psicofármacos, etcétera. Por ejemplo, algunas patologías como las cefaleas y la epilepsia pueden descompensarse en condiciones de privación de sueño y estudios recientes relacionan el estrés con el riesgo de sufrir un ictus. Otro aspecto importante son las llamadas "somatizaciones": hormigueos, mareos, problemas subjetivos de atención y memoria, que no son propiamente patologías neurológicas sino la expresión física de nuestro malestar psicológico y que pueden aparecer cuando una situación de estrés o una vivencia personal nos desborda y son tratadas por los psiquiatras.

¿Qué le apasiona a usted, como especialista, del funcionamiento del cerebro?

El estudio del funcionamiento del cerebro y la neurología son apasionantes. El neurólogo es un detective que con unos cuantos instrumentos: linterna, aguja, martillo, diapasón... descubre una verdad que el paciente ya intuye y que le resulta incómoda. Como buen detective, tiene que cuidar todos los detalles, detalles que, si no pones mucha atención, pasan totalmente desapercibidos. Muchos creen que trabajamos la mayor parte del tiempo con unos pacientes a los que difícilmente podremos ayudar, de tal forma que piensan que nuestra especialidad es desalentadora, y es un error. Podemos entender la enfermedad neurológica como algo devastador, pero también verla desde otro punto de vista: el cerebro es un órgano creativo que busca soluciones, y nuestros pacientes son personas realmente extraordinarias. Conocer la manera en que el paciente y su cerebro se adaptan a este nuevo modo de comprender el mundo es clave para entender el funcionamiento del sistema nervioso.

Gracias a los avances tecnológicos que se esperan, ¿qué salto vamos a poder dar en el tratamiento y rehabilitación de los pacientes neurológicos?

En estos momentos vivimos una auténtica revolución neurocientífica. Por ejemplo: los primeros prototipos de interfaces cerebrales que analizan la actividad cerebral y la transforman en acción, como mover un brazo robótico o el ratón de un ordenador sin que la persona ejecute ningún movimiento; las prótesis auditivas o visuales; los sistemas de estimulación cerebral profunda para pacientes con Parkinson, etcétera. Toda esta tecnología al servicio de la sociedad forma parte de una realidad cada vez más cercana y accesible.

¿Qué conocemos del cerebro?

El cerebro es un órgano superespecializado fruto de la evolución humana. La dificultad para entender la estructura y el funcionamiento del sistema nervioso viene condicionada por el hecho de que nuestro cerebro está formado por un gran número de poblaciones de células con diferentes estructuras y funciones, que a su vez se encuentran en un continuo diálogo. Para hacernos una idea disponemos de unos cien mil millones de neuronas junto a un número diez veces mayor de células gliales y todas estas células trabajan de forma coordinada y en una continua conversación.

¿Sigue siendo nuestro órgano más desconocido?

Nuestro cerebro está constantemente cambiando: imagina, aprende y con ello establece conexiones nerviosas nuevas o modifica la eficacia de las ya existentes para que podamos adaptarnos al mundo de una forma rápida e imperceptible. No somos los mismos que hace cinco, diez o veinte años, ni el día de ayer es igual al de hoy, nuestro cerebro tampoco es el mismo, se transforma y esta capacidad de cambio se mantiene siempre. Entender estos procesos es complejo, pero afortunadamente los últimos avances tecnológicos en neuroimagen, estimulación no invasiva, etcétera nos ayudan a comprender cada vez mejor su funcionamiento.