La Universidad Miguel Hernández acaba de diseñar y poner finalmente en el mercado una interesante alternativa a las actuales mamografías que no sólo permite esquivar la radiación de las mismas, sino que además puede contribuir, con la ayuda de un ojo experto, a predecir con tiempo la posible aparición de tumores en el seno.

Investigadores del grupo de Neuroingeniería Biomédica, con sede en el campus de Elche, han conseguido dar un salto para mejorar la prevención y la visualización de un posible cáncer en la mama gracias a las tecnologías, en concreto a la creación de un programa informático y un aparato electrónico. La integración de ambos elementos en cualquier ecógrafo que se encuentra en las consultas de ginecología, puede ayudar enormemente a estos especialistas en su trabajo y sobre todo a las pacientes.

José María Sabater, uno de los investigadores implicados en este proyecto, que ya es una realidad desde hace un par de meses y que se está implantando de momento en clínica privadas, explica que hasta ahora el procedimiento habitual para detectar este tipo de cánceres pasa por la realización de mamografías. Esto implica que se obtienen imágenes en dos dimensiones y además a partir de una mama comprimida por un plano de referencia necesario para realizar la placa.

Lo que ha planteado este grupo investigador, cuyo coordinador es Eduardo Fernández, es que el médico y la paciente puedan disponer de una mejor información en cuanto a la localización exacta y dimensiones del posible tumor.

Para ello, en lugar de acudir a la tradicional imagen por rayos X para reconocer la glándula mamaria, los investigadores de la UMH han decidido centrarse en la imagen por ultrasonidos que, aunque presenta inicialmente una peor calidad de definición, en cambio sí que permite localizar exactamente el tumor y sus dimensiones.

"Lo que permite al ginecólogo es disponer de una reconstrucción en tres dimensiones de la mama y le ayuda, si tiene buen ojo, a detectar formaciones muy previas a que se manifieste un posible cáncer, mientras que en la mamografía es necesario que tenga tres o cuatro milímetros para poder detectarse", explica Sabater.

Con esta técnica se exploran los ductos de la mama y, a partir de un sensor de posición, se obtiene una compilación del seno que al guardarse en una base de datos permite al médico en futuras exploraciones conocer exactamente el crecimiento de una determinada malformación que podría derivar en un tumor, o incluso la concentración de sangre en un determinado punto del pecho y que podría ser la antesala a la generación del cáncer.

Junto a Eduardo Fernández y José María Sabater trabaja, entre otros, Juan Rodríguez, estudiante de doctorado, los cuales están trabajando en nuevas aplicaciones para diagnóstico médico.

De momento, esta alternativa para detectar y localizar tumores se ha trasladado a una "spin-off", una empresa creada a partir de la investigación realizada en la Universidad.