Aventurero del arte y descubridor de caminos para darle rienda suelta a su imaginación, ésa "que hace que muchas noches no puedar dormir porque las imágenes se suceden en mi cabeza", reconoce Antonio Mora, artista gráfico, director de arte "y creativo de amplio espectro", que durante las últimas cinco ediciones del Festival Medieval d'Elx se ha encargado de darle forma a sus carteles y que ahora ha querido acercarse a la realidad más contemporánea con trabajos donde se entremezclan rostros conocidos, expresiones sin nombre y apellidos, miradas con mensaje y el toque singular de "alguien que llega al arte como respuesta a una necesidad de comunicación, que expresa sus emociones y su vida interior. Y en toda la obra -continúa- lo que reivindico como original es la fusión, mi trabajo es de combinación donde el collage digital es el protagonista y donde, también, aparecen coordenadas surrealistas me van sugeriendo las propias imágenes".

Su vida le cambió hace unos años por un problema de salud, "del que no sólo me he recuperado, también le ha dado un nuevo impulso a mi trabajo". Antonio Mora llena sus frases de ilusión y precisa que "llevo buscando mi espacio desde hace cuatro años y, ahora, puedo decir que me encuentro realmente muy a gusto con todo lo que hago". Alicante (en el restaurante Fresas y Chovolate", en la calle Tomás López Torregrosa, número 13) alberga estos días su colección "Dreamfaces", con 40 obras de "retratos soñados"; mientras confía en que muy pronto pueda "llevar parte de mis últimas piezas a L'Escoxador, un lugar especial para albergar todo este reciente trayecto de combinación y artes modernista, basado en lo contemporáneo y en las nuevas tecnologías".

Reconoce el artista gráfico y director de arte que se encuentra en "mi mejor momento, de madurez en la realización de las obras, donde tiene cabida el pop y también pinceladas de surrealismo. Me motivan mucho las imágenes y trabajo sus texturas y su luz... para llegar incluso hasta el blanco y negro". De hecho, Antonio Mora explica, desde la amplitud de líneas y vistas de su taller, que "cuando trabajo en color me preocupa más el impacto global que el detalle, envejeciendo la imagen en consonancia con soportes de madera. No ocurre igual cuando tengo en mis manos una pieza en blanco y negro, donde sí hay espacio para conocer todos los rincones de la imagen y donde se púede hablar de soporte en papel o cartón".

Su más reciente colección es una cadena, sobre todo, de miradas, de cerca y de lejos, donde "se reconoce con facilidad la soledad, la melancolía, los sueñlos y la nostalgia... Son retratos soñados, en donde hay deseos de libertad". Y todo ello se fortalece con la utilización de las nuevas tecnologías "y con el apoyo de Internet para darme a conocer en el exterior y que no todo quede entre palmeras. Tengo muy claro que la Red es mi mejor aliado, y esa es también mi apuesta para que mis obras se conocen fuera con inmediatez. Creo mucho en la aceptación a nivel mundial y de la oportunidad que implican las redes sociales para que mi trabajo cruce fronteras".

Más ligado al siglo XXI que nunca, Antonio Mora detalla que todas mis obras "miran a la cara, aunque se muestren situaciones muy diversas, pero a la vez muy cercanas"; y tiene claro que "he econtrado el trabajo por el que vale la pena seguir, el arte es lo que le da sentido a mi vida, aunque sueñe con él por las noches y eso tenga efectos secundarios", concluye.