Las teselas dan forma a los recuerdos que muchos, a día de hoy, todavía conservan del yacimiento arqueológico de La Alcudia. Ahora, después de meses y meses de intenso trabajo, los mosaicos de Sailacos y del Océano han comenzado a lucir en todo su esplendor en el nuevo Museo de La Alcudia, que, después de mil y un avatar, abrirá sus puertas el próximo año. No en vano, su singularidad y su valor han hecho que, a pesar de que todavía no está cerrado el proyecto museístico, se hayan convertido en el eje vertebrador de la nueva infraestructura. Eso sí, el de Sailacos, del siglo II antes de Cristo, en la pared, invitando desde su nueva posición vertical a recorrer la sala ibérica; el del Océano, de la época romana, concretamente del siglo II después de Cristo, al nivel del suelo, con una rampa en una de sus esquinas para poder contemplarlo con perspectiva.

El restaurador de la Fundación Universitaria de Investigación Arqueológica La Alcudia, Rafael Ramos, explica que el del Océano, también conocido como el de Irles por el lugar en el que apareció, estaba bastante deteriorado. "Hasta ahora, estaba expuesto en una sala sin cubierta en el antiguo edificio y, por tanto, sometido a cambios de temperatura y humedad, a la lluvia y al polvo, lo que dio lugar a su degradación y a que saltaran teselas", relata. Así las cosas, los trabajos se han centrado en este tiempo en la limpieza para eliminar los agentes externos y en la fijación de las piezas que estaban sueltas a base de mortero, una labor que continúa a día de hoy, aunque ya se encuentra en su fase final. Además, el mosaico, en su nueva ubicación, cuenta con ventilación lateral y subterránea, para evitar su deterioro.

También el de Sailacos se hallaba en su momento en posición horizontal, lo que incidió negativamente en su conservación, al no disponer de una cámara de aislamiento de la humedad. Por ello, a las labores de limpieza y restauración propiamente dichas, se unieron las de extracción de su antiguo emplazamiento y colocación en el nuevo. Además, como detalla Rafael Ramos, hubo que restituir algunos fragmentos por teselas nuevas de cerámica que imitan a la piedra.

En uno y otro caso, las limpiezas se desarrollaron de forma química en un primer momento, con productos para desincrustar la suciedad y los sedimentos, y de manera mecánica, con pequeños cinceles y cepillos.

El subdirector Fundación Universitaria de Investigación Arqueológica La Alcudia, Alejandro Ramos, hace hincapié en que los dos mosaicos se van a ver realzados con la puesta en marcha del nuevo Museo de La Alcudia, ya que estarán mejor iluminadas que en el antiguo edificio y contarán con todas las medidas de conservación necesarias, algo que, hasta la fecha, por los condicionantes de las infraestructuras, había quedado muy limitado.

Uniformidad y esencia

Alejandro Ramos detalla que, en los últimos tiempos, también se ha aprovechado para restaurar otras obras, especialmente vasos cerámicos que habían aparecido a partir de los años cuarenta, con el fin de homogeneizar la restauración, frente a lo que se hacía en épocas pasadas, cuando el objetivo prioritario era mantener las piezas unidas. "Lo que se está haciendo es restaurar con escayola y tratar de darle un color imitando el barro, para que, cuando se expongan, queden uniformes, mientras que a los materiales de metal se les está administrando un tratamiento de limpieza de óxido", comenta.

En esta línea, el subdirector de la Fundación Universitaria de Investigación Arqueológica La Alcudia puntualiza que, "con el nuevo espacio expositivo, las piezas estarán mejor iluminadas, lo que hará que se aprecien todos los detalles a la perfección, por lo que queremos que estén en el mejor estado, aunque siempre respetando la esencia de lo que hizo mi abuelo, Alejandro Ramos Folqués, y otra gente que colaboró, y la esencia de lo que ha sido el museo tradicionalmente, pero adaptado a un espacio más moderno y que permitirá contemplar mejor todo el material".