El huerto de San Plácido, donde se sitúa el Museo del Palmeral, se llenó ayer de vida. No por las aguas que circulan por sus acequias ni por la llovizna que se registró, si no porque comenzó una nueva edición del taller municipal de artesanía de la palma blanca. Un total de 28 personas, 23 mujeres y 5 hombres de todas las edades, aprenderán durante siete meses este secular oficio tan ligado a la historia de Elche.

Unos, en el curso de iniciación y otros, en el de perfeccionamiento, bajo las enseñanzas de la monitora, Conchita Rodrigo Serrano, miembro de la familia de los Serrano, palmereros de siempre, y quien, a los ocho años trenzó su primera palma.

"Nunca trabaje en esto; era el sueño de toda mi vida porque me crié al lado las palmeras y me gustaba mucho", explica Esther Martínez de 60 años, una de las alumnas del taller. Otra, Bienvenida Coves, de 75 años, que acude por tercer año, indica que nunca había trenzado palma a pesar de que "mi hermano era palmerero; he querido aprender una cosa de toda la vida".

A su lado, Isabel Coves, de 70 años, y Paqui Ferrández, de 45, transforman la palma blanca en verdaderas joyas artesanas, impensables de hacer para los profanos de esta práctica manual y mental.

Gracias a la iniciativa municipal este taller funciona desde hace 14 años. Algunos de sus participantes, además de aprender las técnicas de elaboración de este tipo de artesanía, aprovecharon la ocasión para montar un negocio, como es el caso de Jerónimo Quiles, quien trenza la palma todo el año y lo pone a disposición de los turistas que llegan a la ciudad. Además, vende todo tipo de productos tradicionales de Elche en su tienda el Cor d'Elx, situada justo frente al Museo del Palmeral.

"¿Hay algo seguro en esta vida?", responde con una pregunta la monitora, Conchita Rodrigo Serrano, acerca del futuro de este oficio tradicional. Lo cierto, apostilla, es qué desde que se pusieron en marcha los talleres, "el Domingo de Ramos resurgió, al contar con más palmas trenzadas". Otro aspecto positivo es el aumento de las personas que saben trenzar. También se ha revitalizado el concurso de palmas, que se celebra en la víspera del Domingo de Ramos.

Explicó que otro logro de los talleres es que se ha popularizado esta manualidad al haber conseguido "sacar este trabajo del ámbito familiar para que continúe porque, cada vez hay menos que se dedican a este trabajo, entre ellas la mía".

Asegura que "se trata de que no se pierda esta artesanía, este oficio tan antiguo, tan arraigado en Elche y casi único en el mundo".

Una persona sin grandes destrezas, señala, puede terminar el taller de iniciación de siete meses, "sabiendo perfectamente hacer una palma de artesanía fina de cuatro pisos y también las de batalla".

Conchita Rodrigo destaca que, parte de la artesanía producida en el taller servirá para decorar el trono de Jesús Triunfante, el Domingo de Ramos.