Un grupo de nueve trabajadoras de las tiendas de la franquicia "Panishop" de la calle Pedro Juan Perpiñán y la avenida de la Libertad se encontraron a primeras horas de la mañana de ayer las puertas de ambos establecimientos cerradas a cal y canto cuando acudían a incorporarse a su actividad laboral tras haber estado una semana de vacaciones.

Las empleadas, que desde hace meses tenían problemas para cobrar al día sus salarios y tuvieron que presentar una demanda por este motivo, se fueron de vacaciones y los establecimientos permanecieron cerrados con un cartel en la fachada informando de ello a los clientes. Sin embargo, según relataron ayer las afectadas, "la propietaria ya ni siquiera nos contestó el domingo a las llamadas de teléfono que le hicimos para que nos explicara los nuevos horarios que, según nos dijo, íbamos a tener al incorporarnos de nuevo al trabajo".

Las trabajadoras lamentaron las formas utilizadas en el cierre de los dos establecimientos y en la mañana de ayer, al seguir sin poder localizar a la dueña, tuvieron que buscar testigos para demostrar que habían acudido a sus puestos de trabajo y se habían encontrado con las cerraduras cambiadas. "Todas estábamos trabajando en las dos tiendas desde hace varios años y con contratos indefinidos. Es posible que las ventas hayan bajado, pero también es cierto que ahora éramos menos trabajadoras en cada turno. En agosto pedimos una rescisión laboral por impago de salarios, pero no se aceptó la propuesta y se nos dijo que si se cerraba se haría con todos los papales en regla", indicaron.

Las trabajadoras pusieron ayer en conocimiento de su abogado el cierre sin previo aviso de las dos tiendas con la intención de presentar una demanda laboral por un posible despido improcedente, aunque ayer no habían recibido ninguna carta de despido. Este periódico intentó ponerse en contacto telefónico con la propietaria para conocer su versión de los hechos, pero tampoco fue posible.