Habla con pasión y devoción del que durante más de cuatro décadas ha sido no sólo su trabajo, sino su vida: la Enfermería. María Asunción Ors Montenegro reconoce que haberse decantado por esa profesión, en contra de las preferencias de su madre a la que le hubiera gustado que fuera médico o farmacéutica, le ha llenado de satisfacción y espera, que ahora que ha llegado el momento de la jubilación, lo siga haciendo, aunque desde otra óptica.

¿Cómo se sobrellevan cuarenta años cuidando enfermos?

He tenido la suerte de trabajar donde he querido, en los servicios que me han gustado y en el horario que me ha venido bien. Cuando me he cansado me he cambiado de servicio o, incluso de hospital, aunque no he perdido ni un día de trabajo al trasladarme de Barcelona a Valencia, Alicante, Suiza o Elche,un centro este último en el que he desarrollado once años de labor profesional.

¿Han cambiado mucho la sanidad ilicitana y los ilicitanos en este tiempo?

Ahora la gente es más exigente en la medida de lo que puede, pero es más educada. Antes la relación era muy servil y el paciente se dejaba llevar casi a ciegas por el médico. En cuanto a la sanidad, la mejora ha sido del 100%, no sólo en el cuidado y en el amor que los profesionales dedican cada vez más a su trabajo, sino también en los recursos. Antes tenías tres jeringas y seis agujas para 30 pacientes y había que limarlas porque se despuntaban; no había guantes, no había paños verdes...ahora no hay color, aunque habría que ser un poco más cuidadoso en no desperdiciar los recursos. Ahora el trabajo se puede hacer muy bien.

¿Qué lugar ha ocupado el Hospital General de Elche en su larga trayectoria profesional?

Es mi casa más importante. Siempre he trabajado muy a gusto en todos los lados, y en especial en este hospital. Para mí, además, haber trabajado en la Universidad de Alicante como profesora titular de Enfermería geriátrica ha sido todo un honor y un placer.

Usted ha sido directora de la Escuela de Enfermería, ¿ha ganado el colectivo peso específico en la profesión sanitaria?

Ahora se nos valora más que antes. Ya se nos ve como un profesional importante y no sólo como un mero ayudante del médico. Es cierto que colaboramos con los facultativos, pero también ayudamos al paciente y tenemos muchas funciones a la hora de mejorar la salud del enfermo y administrar los recursos sanitarios. Precisamente, hay veces que el problema es que el campo de acción del enfermero es muy amplio y es muy difícil controlar todas las especialidades. El trabajo ha cambiado mucho en estos años: yo nunca había oído que una enfermera estuviera estresada y ahora sí lo están, quizá porque hay muchos cambios en el ámbito laboral y porque la vida cotidiana también te lleva a eso. El trabajo que hace una enfermera es muy importante: es la que está a pie de cama del paciente durante siete horas y es la que debe darse cuenta de la evolución del enfermo. En las escuelas de enfermería se usan para hacer prácticas unos muñecos casi humanos que lloran y se quejan, pero la cara y los ojos del paciente dan una información inestimable. El enfermero que habla con el paciente, que le pone en la posición adecuada, que le da seguridad es el que ayuda al enfermo a que la medicación sea efectiva. El enfermero no sólo administra los medicamentos, tiene que dar amor y seguridad al enfermo. Recuerdo una vez que mi madre mejoró un dolor de hombro con un calcetín lleno de peucos que le puse debajo de la axila porque la pomada que le había prescrito el médico no se lo calmaba. Confesó que "esa tontería" le había mejorado, pero sin llegar a entender entonces que eso formaba parte de mi trabajo.

¿Cómo han cambiado los enfermeros?

La Enfermería está mucho mejor programada, tiene más conocimientos técnicos y científicos, pero ésta es una profesión que también tiene que crecer en valores: hay que ser amables, pacientes, respetuosos, cuanto más respetuosos, mejor. Es un trabajo que hay que sentirlo mucho y hay estar equilibrado emocionalmente, hay que poner mucho amor. Quizá ahora el problema es que el trabajo es cada vez más complicado y técnico y queda menos tiempo para darle al paciente la seguridad que siempre es necesaria en su recuperación

En sus ratos libres también ha dedicado mucho tiempo a la Virgen y a la creación del museo

Ser nombrada camarera de la Virgen de la Asunción fue un auténtico regalo de Dios y es un gran honor. Haber participado en el museo me llena de orgullo porque permite a los demás "disfrutar" de las cosas de la Virgen y mantener su ajuar en condiciones óptimas.

Y, ¿a partir de ahora?

Pretendo continuar con mi profesión a través de una pastoral sanitaria o en una asociación para trabajar como enfermera voluntaria. Me gusta hacer lo que sé hacer. A mí la Enfermería me ha hecho mejor persona, me ha hecho menos egoísta y más generosa y por eso le debo mucho. Me ha hecho esforzarme, mejorar y crecer en valores. Es un trabajo que te exige dar mucho a los demás, pero tú recibes siempre el doble.