No todo consiste en apagar fuegos. La actividad de los bomberos se prolonga mucho más allá de su participación en la extinción de incendios. De hecho, sólo el 46% de las actuaciones están relacionadas con las llamas. "Hay algunas intervenciones curiosas, que nos hacen sonreír y que después recordamos como anécdotas que endulzan algo los malos momentos que vivimos en otras ocasiones", explica José Soler, jefe del parque comarcal del Baix Vinalopó.

Hay acontecimientos que los propios bomberos califican como memorables y Soler recuerda un día en que recibieron una llamada de una ciudadana que refería que tenía un ratón gigante en su habitación y que llevaba tres días sin poder cambiarse de ropa porque no podía entrar. Evidentemente, cuando los bomberos accedieron a la estancia, el supuesto ratón había desaparecido.

La discreción también forma parte del código deontológico de estos profesionales que en una ocasión atendieron a una mujer que aseguraba que su hija estaba en casa y que no le abría la puerta ni le contestaba al teléfono. "Imaginando lo que podía estar ocurriendo procuramos que la mujer se alejara de la casa, momento en que la hija aprovechó para abrir la puerta porque estaba dentro con el novio", rememora Soler, quien también asegura que hay quienes realizan un uso indebido de los servicios públicos "y te llaman porque se han dejado las llaves de la casa en Santa Pola y les es más cómodo que les abras la puerta o como ocurrió en el caso de un hombre que nos pidió que le abriéramos la puerta de su casa, cuando en realidad intentaba entrar en la vivienda de su expareja".

También los "bakaladeros" han dejado tras de sí alguna que otra "perla" digna de mención. El responsable del operativo comarcal en Elche trae a colación la intervención que tuvieron que realizar un domingo a las 6 de la mañana en el cruce de la carretera de Santa Pola en el que había un vehículo volcado. "Encontramos a una chica atrapada bajo del capó y refería que no podía sacar el pie. Cuando procedimos a su rescate comprobamos que únicamente tenía encajado el tacón del zapato de plataforma y para sacarla únicamente hubo que quitárselo, aunque como iba tan pasada... Al final acabó detenida".

Uno de los "trabajos" que tradicionalmente han realizado los bomberos ha sido el rescate de los gatos encaramados en lo alto de las palmeras. "Me llamaron de una pedanía porque había un gato que llevaba dos días arriba de la palmera. Insistí a la mujer en que no se preocupara, porque siempre bajan cuando les vence el hambre, pero como no había manera de convencerla decidí hacer lo que procede en estos casos y que nunca, bueno casi nunca, falla, y que es dirigir un chorro de agua al animal para que baje. En aquel desafortunado caso el gato pesaba más de siete kilos, cayó como un fardo y murió. La dueña se cogió un disgusto supino, aunque era la primera vez que me pasaba", relata Soler.

Muchas de las intervenciones de los bomberos, por nimias que parezcan a priori, permiten salvar vidas. "Un día entramos a una casa por la ventana y comprobamos que todo estaba lleno de humo, pero que no había fuego. En la mesa vimos que había tapaderas de botes donde se quemaba algo y el dueño nos dijo que era azufre porque su hijo tenía mal de ojo y le habían aconsejado que purificara el ambiente. Menos mal que no se durmieron, porque el azufre desprende ácido sulfúrico que es letal".

También las personas con obesidad mórbida han protagonizado episodios inolvidables como el caso de una mujer que tenía que trasladarse al hospital para someterse a unas pruebas médicas y cuyo peso no le permitía ni salir de la cama. De hecho, los bomberos tuvieron que serrar el balcón para poder bajarla con la cesta del coche escalera. "Pero una de las cosas más peculiares que recuerdo es un rescate en una ambulancia. El vehículo trasladaba a una paciente y cuando se encontraba en la camilla se resbaló y quedó encajada entre la estructura de la cama y la carrocería. Hubo que desmontarlo todo para poder sacarla".

Los enfermos mentales también han protagonizado algún que otro episodio singular. "Hubo un bombero que iba en un vehículo con un enfermo mental al que escoltaba hasta la Santa Faz y al que se le pasó el efecto del sedante que le habían aplicado en la Casa de Socorro. El pobre bombero tuvo que pedir socorro porque el paciente se lió a palos con él", refiere Soler, quien también menciona un luctuoso suceso ocurrido una Nochevieja cuando murió un hombre al que subieron a la ambulancia como si estuviera vivo para trasladarlo al Hospital de Alicante. "Allí nos dijeron que no se quedaban con él y lo tuvimos que traer otra vez a Elche y dejarlo toda la noche en el parque hasta el día siguiente".

El incendio en un horno crematorio del tanatorio también tuvo su aquel, ya que hubo que suspender la combustión de la caldera para sofocar las llamas mientras en su interior había un cuerpo que continuaba el proceso de incineración. También queda para el recuerdo una jornada en la que los bomberos de guardia estaban sentados a las puertas del parque charlando y al pasar un ciudadano les indicó que se les estaba quemando algo. "Al principio no le creímos, pero luego comprobamos que se estaba quemando la cabina de uno de nuestros propios coches. En casa de herrero...". Esta es, sin duda, la cara más amable del trabajo de un bombero.

Los datos del trabajo del pasado año

Los datos correspondientes al ejercicio pasado indican que el parque ilicitano llevó a cabo un total de 1.402 actuaciones, de las que 655 (46%) fueron incendios, 501 (35%) operaciones de salvamento, 191 (13%) tareas de prevención como por ejemplo el saneamiento de fachadas, la tala de ramas de árboles o la retirada de paneles de abejas y 55 (3%) fueron falsas alarmas. El tiempo medio de las intervenciones realizadas por los bomberos es de 1,07 horas empleándose la mayor parte del tiempo en la extinción de los incendios y en las labores de prevención. En cuanto a las horas invertidas, los bomberos del parque comarcal del Baix Vinalopó dedicaron 757 horas en actuar contra el fuego, 416 en acciones de salvamento, 304 en prevenir accidentes y 21 en falsas alarmas.