Sofás desvencijados; el testigo de lo que un día no muy lejano fue un televisor; maderas que en otro tiempo formaban parte de una estantería o simplemente de una silla; los vestigios de algún sanitario, materiales de obra o procedentes de la industria; y alguna que otra lata, junto a botellas, cartones o plásticos esbozan la postal que define lo que en estos momentos es el margen de la CV-860, cerca de la confluencia con la carretera de Dolores, y a escasos metros del parque natural de El Hondo. La acumulación es tal que incluso ha llegado a invadir prácticamente la calzada con el peligro que eso supone para los conductores que por allí circulan. Sin embargo, no es una imagen exclusiva de esta zona.

Un paseo por diferentes puntos del término municipal ilicitano es suficiente para comprobar que los vertederos ilegales no discriminan entre lugares. En pedanías o en barrios, a escasos metros de un paraje natural o en el cinturón del casco urbano, los montones de desechos se acumulan en muchos puntos y hacen que, al final, Elche haya acabado rodeada de basura.

La ruta comienza en el entorno de El Hondo y continúa por el Camp d'Elx, donde los restos de poda, especialmente de palmera, se apilan en alguna que otra cuneta. El trayecto continúa hasta el norte del término municipal ilicitano. Próxima parada: la sierra de La Peña y Carrús, donde un gran espejo roto convive con maderas destartaladas, botellas y latas. Tampoco el Pantano de Elche está mucho mejor, y en el camino que lleva a la presa se repite la imagen.

Ni siquiera el cinturón del casco urbano se salva de estas escombreras irregulares que nacen del desprecio al entorno. Así las cosas, la basura se amontona también en un pequeño solar situado detrás del Parque Comarcal de Bomberos con vistas al Hospital del Vinalopó y a El Corte Inglés, o en otro emplazado junto a la escuela infantil Don Crispín, en el barrio de Carrús. Este particular itinerario se cierra en el Camino Viejo de Alicante, donde junto a un contenedor ya colapsado, pese a que apenas pasan algunos minutos de la cinco de la tarde, plásticos, cajas de cartón e incluso una vieja pelota componen el lienzo.

Al final, la sociedad de consumo ha hecho de la cultura del usar y tirar un modo de vida que, más allá de las consecuencias sociales, también tiene repercusiones sobre el entorno. Y es que, a la mala imagen que se ofrece de estos puntos, se suma la degeneración de los terrenos en los que se abandonan estos residuos.