Relojes, gafas, ordenadores portátiles, móviles y todo tipo de pertenencias personales se mezclan con recuerdos de las vacaciones, como guitarras, maletas repletas, trofeos, y otro tipo de enseres más íntimos, como puede ser dentaduras postizas, en la oficina de objetos perdidos del aeropuerto de El Altet, gestionada por la Policía Local de Elche.

Allí, convenientemente clasificados y etiquetados esperan a que su dueño los reclame alrededor de 9.000 objetos. Todos ellos han llegado en los últimos dos años, ya que éste es el plazo límite para permanecer en estas dependencias. Al pasar ese plazo los objetos son donados a entidades benéficas.

Desde la oficina de objetos perdidos explican que al día suelen llegar alrededor de veinte nuevas pertenencias. Y prácticamente, casi todas ellas provienen del control de seguridad, es decir son abandonadas, en las mismas bandejas en los que se depositan para pasar el detector de metales. Así, las prisas o, incluso, los nervios hace que muchos pasajeros continúen su viaje dejando atrás móviles, ordenadores personales, joyas, relojes, cinturones, gafas y hasta carteras con dinero. De entre todos ellos, las gafas ocupan el primer lugar entre los objetos que se pierden y en la oficina de objetos perdidos se amontonan sacos.

Además, en ella existe una habitación entera repleta de maletas que contienen todo su equipaje dentro. La llegada de este tipo de bultos va en aumento en los últimos años, y su coincidencia con la proliferación de las compañías de bajo coste hace pensar a la Policía Local que "más que una pérdida se trata de un abandono". Así, explican que muchas personas suelen abandonar su equipaje cuando consideran que lo que tienen que pagar por su facturación es más de lo que vale la maleta. En este caso, si se sabe que es un abandono, se procede inmediatamente a su donación, aunque la mayoría de casos no están claros.

En caso de querer recuperar una maleta o cualquier objeto, el pasajero puede llamar y tras acreditar convenientemente que el objeto es suyo, pedir que un servicio de trasporte le lleve sus enseres a su lugar de residencia, pero, por desconocimiento, o por no querer afrontar el coste de la mensajería, las maletas siguen aumentando en las dependencias policiales.

Por otro lado, según explican desde el servicio de objetos perdidos, lo que más se suele reclamar son las joyas y relojes valiosos, y los ordenadores portátiles.

La oficina de objetos perdidos funciona por la mañana y por la tarde, aunque en este último turno únicamente se recepcionan objetos, mientras que por la mañana también se dedican a su clasificación e inventariado, así como a tramitar las peticiones de personas que preguntan por sus pertenencias. Cada objeto se fotografía y se registra a mano y en un programa informático para su catalogación.

A lo largo de los años, los responsable de esta oficina han visto pasar numerosos objetos, que van desde palos de golf a una urna funeraria. Además, también se han recepcionado carteras con grandes cantidades de dinero. En casos de dinero en metálico, el Código Civil determina que el "hallador" se convierte en propietario sin nadie lo reclama en dos años. No obstante, si su dueño lo reclama, ya sea en dinero u objetos de valor, la persona que lo encuentra tienen derecho a una recompensa "del 5% del valor, a partir de 2.000 pesetas, y del 10% si es una cantidad menor", según establece el Código Civil.

Para que esto sea así, el hallador tiene que reclamarlo aunque esto sólo funciona para particulares, ya que el personal de seguridad de Aena no puede reclamar. De hecho, ellos son los que hacen llegar la mayoría de objetos a la oficina.

Distribución de los materiales entre ONG

Actualmente, aquellos objetos que ya han cumplido dos años en la oficina de objetos perdidos, son donados a DYA, que, a su vez, se encarga de distribuirlos entre diversas entidades. Según apunta el portavoz del colectivo, Antonio Tarí, las gafas, un objeto muy común se donan a una ONG que las hace llegar a África. Por otro lado, la ropa sin estrenar que hay en muchas maletas se lleva a la Fundación Adra, que se encarga de distribuirla. Además, también llegan bastones que DYA lleva al asilo y centros de mayores. Asimismo, la entidad conserva las sillas de ruedas para prestarlas a quien las necesita.