El Clot de Galvany se ha convertido en los últimos tiempos en uno de los espacios naturales más emblemáticos del término municipal ilicitano por su valor ambiental. Por eso, el hecho de que una de sus charcas artificiales, la de Anátidas, sólo esté al 30% de su capacidad, como admiten los técnicos municipales, mientras que la de Limícolas ni siquiera disponga de agua ha encendido las alarmas entre vecinos de la zona y visitantes al paraje natural municipal, y ha abierto algún que otro interrogante. Sin embargo, el director-conservador del Clot de Galvany, Juan Carlos Aranda, explica que "estas dos charcas se alimentan con aguas regeneradas de la depuradora de Arenales del Sol, por lo que, con las obras en las nuevas instalaciones, se redujo la cantidad y la regularidad del caudal, algo que no nos permitía mantener las dos charcas, y que nos obligó a que el agua que recibía el paraje fuera a la de Anátidas. Evidentemente, a la gente le sorprende esta situación, sobre todo a los visitantes habituales, pero cuando se les explica el porqué lo entienden perfectamente".

Ahora, después de tres meses sin que entrara ni una gota de agua, la charca de Anátidas ha vuelto a recibir caudal. La temporada reproductora, que se prolongará hasta el mes de agosto, aunque el recuento final no se realizará hasta el mes de septiembre, ya ha comenzado, pero Aranda descarta que el agua que está entrando pueda poner en peligro a las crías, al menos por el momento: "Llevamos ya dos semanas en las que está entrando agua y, aunque ya ha comenzado la temporada reproductora, nuestro sistema tiene una capacidad máxima de bombeo y los niveles con los que fluctúa no son peligrosos", precisa el director-conservador del paraje. En este sentido, concreta que "ahora estamos bombeando todo el agua que podemos, pero los niveles son muy bajos y, por tanto, la variación es mínima". No obstante, alerta de que, "a pesar de todo, controlamos siempre todo el proceso y, conforme la charca vaya recuperando el nivel y avance la temporada de cría, intensificaremos la vigilancia para evitar cualquier peligro". Y es que, como afirma, "lo que tenemos muy claro es que, si en un momento dado el caudal que entra puede poner en peligro alguna especie, se mantendrán los niveles". Aranda también avanza que "la idea es que de cara al otoño se puedan recuperar los niveles en la charca de Anátidas y, a partir de ahí, comencemos a impulsar agua a la de Limícolas".

Éste es el segundo año que las dos charcas se encuentran con problemas de caudal. A pesar de todo, el director-conservador del Clot de Galvany detalla que, "en cifras de reproducción, el pasado año no notamos una variación sensible. Además, al estar ya seca la charca de Limícolas cuando comenzó el periodo de cría, se produjo un desplazamiento a otras charcas del Clot de Galvany, e incluso a otros humedales cercanos. El problema se habría dado si las charcas se hubieran secado a mitad del periodo de reproducción".

También el presidente de la asociación conservacionista Amigos de los Humedales del Sur de Alicante (AHSA), Sergio Arroyo, es de la misma opinión: "Desde el principio nos informaron de que, con las obras de la depuradora de Arenales, el caudal que entraría a las charcas sería escaso e irregular. Por eso, nos pareció bien que el agua fuera para la charca de Anátidas", indica. Además, respecto a la repercusión que esta situación ha podido tener sobre la fauna, señala que, "por lo general, las aves acuáticas están muy acostumbradas a los cambios, por lo que, en estos casos, se suelen trasladar a otros humedales cercanos". Así, por encima de todo, defiende que "lo importante es que no se produzcan cambios bruscos de agua en periodo de reproducción porque eso sí generaría problemas".

denuncia en la charca central

Una pequeña lámina de agua, pese a las lluviasEl presidente de la asociación Amigos de los Humedales del Sur de Alicante (AHSA), Sergio Arroyo, incide en que "lo que no entendemos muy bien es que, con lo que ha llovido desde hace dos años, la charca central, que sí es natural, sólo cuente con una pequeña lámina de agua, y en la parte más honda". En este sentido, confiesa que "lo que sospechamos es que puede tener algo que ver con la desaladora de Agua Amarga, que es el fruto de una cadena de decisiones que, a nuestro juicio, han sido equivocadas y que, además, han afectado a la zona del Saladar".

Sergio Arroyo considera que, "al final, estas actuaciones no hacen más que contribuir a la degradación del medio" y apunta que, ante esta situación, "lo recomendable sería encargar un estudio que aborde la gestión del agua en estos puntos, aunque somos conscientes de que se trata de un trabajo complejo, y más en estos momentos, y que requiere de una gran inversión".