Técnicos, expertos universitarios y estudiantes coincidieron ayer, entre otras muchas cuestiones, en los beneficios que supondría para la sociedad el incorporar a determinados colectivos, cerca de la exclusión o la discriminación, a los procesos agrícolas que cada vez más son una realidad en el propio entorno urbano o periurbano.

En este sentido, los especialistas explican que sería altamente constructivo que personas con discapacidad física o psíquica, así como presos o drogadictos, por citar algunos grupos, puedan implicarse en actividades agrarias en el núcleo urbano para mejorar su inserción y convivencia.

Ésta fue una de las muchas ideas que se difundieron ayer en el Centro de Congresos de Elche, que hasta hoy acoge el I Congreso Estatal de Agricultura Urbana y Periurbana, que reúne a unos 150 participantes venidos de todo el país pero también del extranjero y que están debatiendo sobre agroecología, proyectos sostenibles, huertos comunitarios o parques agrarios, además de exponer numerosos proyectos concretos.

Raúl Moral, secretario del congreso e investigador de la Universidad Miguel Hernández, una de las entidades impulsoras de este evento, expresaba ayer, como ejemplo, que un colectivo de discapacitados de la Vega Baja les ha trasladado su deseo de que en el huerto que desde hace 7 años tiene la UMH en su campus de Desamparados, se puedan dar cursos de actividad agrícola a estas personas. El objetivo es que además de formarse y contribuir a una acción terapéutica, los alumnos discapacitados puedan llegar a tener incluso una salida laboral

De este modo, los huertos urbanos y periurbanos, en los que Elche y otras localidades de la provincia representan todo un ejemplo, pueden tener nuevos usos añadidos, importando de este modo prácticas que en países del Este ya se están llevando a cabo.

Además, según los técnicos, el hecho de contar con un pequeño jardín en la ciudad o en la zona perimetral es cada vez más frecuente por parte de particulares aficionados, dado que a la gente le gusta cultivar, por ejemplo, sus propios tomates en su propia casa.

Los asistentes también analizan el combate que existe entre los huertos que cercan las ciudades y el desarrollo urbanístico de éstas y, a su vez, cómo interactúan.

Por otro lado, los congresistas insisten en el valor añadido que incorpora la agricultura ecológica y en cómo se pueden acortar distancias entre el pequeño productor y el consumidor, que cada vez demanda productos más naturales y cultivados cerca de sus hogares.

Además, los expertos señalan que en las familias puede compatibilizarse perfectamente la compra de productos en los grandes hipermercados, con la selección de determinadas frutas y hortalizas adquiridas a cultivadores tradicionales, acortando así los canales de distribución y generando mayor beneficio para los particulares.