"Apagados", en el sentido literal, pero también en el sentido metafórico, se sienten los vecinos de Arenales del Sol. Falta de iluminación en la prolongación de la avenida de San Bartolomé de Tirajana, y los consiguientes actos vandálicos a los que está situación está dando lugar, y la ausencia de inversiones, traducidas en una señalización que en muchas calles ha borrado el paso del tiempo, la carencia de marquesinas en las paradas del transporte público o un centro social que se ha prometido una y otra vez, pero nunca llega, son algunas de las reivindicaciones por las que luchan los residentes en estos momentos.

La vicepresidenta de la Asociación de Vecinos de Arenales del Sol, María Jesús Rodríguez, se muestra tajante: "Estamos olvidados, y eso está haciendo que, aunque en la zona vivan entre 4.000 y 5.000 personas, sólo haya empadronadas en torno a las 1.800".

Una de sus principales cruzadas tiene en estos momentos como campo de batalla la prolongación de la avenida de San Bartolomé de Tirajana, a la altura del Clot de Galvany y justo en el límite con el término municipal de Santa Pola. "Esta zona necesita iluminación con carácter urgente, y, de hecho, el propio alcalde pidió que se instalaran farolas de forma inminente, pero hay otros sectores que consideran que esto es un lugar de paso de aves", explica la vicepresidenta del colectivo vecinal, quien añade que "es algo que no se entiende muy bien, ya que la primera charca del Clot de Galvany está a unos 800 metros y hay un área de barbacoas muy cerca". La petición, sin embargo, no es casual. Y es que, como denuncia María Jesús Rodríguez, esta situación ha hecho que la gente opte por "evitar" este sector cuando cae el sol. "Las roturas de lunas en los coches estacionados, los actos de exhibicionismo e incluso los asaltos son muy frecuentes en esta zona por la falta de iluminación, y eso ha hecho que mucha gente ya no pase por ahí por miedo", confiesa.

Junto a los problemas de iluminación, los vecinos también se quejan de la ausencia de marquesinas en las paradas de transporte público, de la poca frecuencia con la que pasan los autobuses y, sobre todo, de la falta de señalización vial, con pasos de peatones que ya han desaparecido. Sin ir más lejos, también en la prolongación de la avenida de Tirajana, la pintura antigua convive con la actual: "En esta zona no se sabe muy bien cuáles son las líneas que tiene que seguir el conductor, y eso es un peligro, sobre todo por la noche", indica la vicepresidenta de la asociación.

También los patinadores se han convertido en un auténtico problema para los vecinos: "Van muy rápido por las calles y de junio hasta ahora ya han resultado heridas cinco personas. Por eso, lo único que pedimos es que circulen a la misma velocidad que lo hacen las personas, que es lo que exige la normativa", apunta María Jesús Rodríguez.

Solares de propiedad municipal reconvertidos en vertederos en los que acumulan escombros o las obras de rehabilitación para un hotel que lleva más de dos décadas cerrado y que, de volver a abrir sus puertas, "se podría convertir en un incentivo para el turismo y en un dinamizador económico", como explica la representante vecinal, son algunas de las otras muchas cuestiones que tiene a los residentes en pie de guerra.

Los vecinos son conscientes de que todavía les queda un largo camino, pero no se dan por vencidos. Por eso, la vicepresidenta de la asociación avanza que, "si de aquí a junio no nos dan una solución, organizaremos una marcha pacífica de protesta".