Agentes de la Policía Nacional de Elche han detenido al hermano del fallecido cuya tumba fue abierta de forma ilegal hace unas semanas en el cementerio de El Altet como presunto autor de la profanación de la sepultura con la intención de robar los objetos de valor del muerto.

Al parecer, el ahora detenido fue la persona que precisamente denunció los hechos ante la Comisaría de Policía, explicando en aquel momento que la tumba de su hermano había sido profanada por unos desconocidos que desatornillaron la lápida, sacaron el ataúd y robaron al fallecido las joyas con las que había sido enterrado hace diez años tras un accidente de tráfico.

Desde un primer momento, los agentes sospecharon que el autor del robo era una persona del entorno del fallecido, ya que ésta fue la única tumba que fue profanada en el citado cementerio. La Policía siempre barajó la hipótesis de que el objetivo de la profanación era la de apropiarse del cordón, la cadena y la medalla de oro con los que enterraron al fallecido Carmelo Sánchez y que no se encontraron en el cadáver que fue ilegalmente exhumado, por lo que necesariamente debía ser una persona que conocía que el joven había sido enterrado con esas pertenencias.

De hecho, fuentes cercanas al caso han asegurado que los agentes han encontrado en el registro al que fue sometida la casa del detenido las joyas en cuestión. La detención se produjo ayer mismo y el supuesto autor de la profanación tenía previsto prestar declaración en las dependencias policiales antes de ser puesto a disposición judicial a lo largo de la jornada de hoy.

La profanación de la tumba se produjo a finales del pasado mes de marzo y fue la persona que se encarga habitualmente del mantenimiento del cementerio de El Altet la que encontró los restos humanos en el suelo, probablemente porque al sacar el féretro del nicho éste se rompió a causa de la podredumbre y la humedad.

A raíz de este hecho, algunos vecinos de la pedanía reclamaron que el cementerio, de propiedad vecinal, cerrara sus puertas durante la noche, aunque la idea parece que se ha descartado porque desde el primer momento se barajó la hipótesis de que alguien del entorno cercano al fallecido había sido el autor de una profanación que tenía como único objeto apropiarse de los objetos de valor con los que el fallecido había sido sepultado.