La devastadora fiebre amarilla que asoló la ciudad ilicitana en 1811 fue el punto de partida, la razón por la que el Cementerio Viejo, tal y como hoy se conoce, se construyera para acoger a la mitad de la población, hasta ser un camposanto que, con el paso del tiempo, se ha convertido en un auténtico patrimonio histórico y arquitectónico para Elche.

Ahora, con motivo de su bicentenario, el Ayuntamiento ha editado un folleto con dos itinerarios para que sus visitantes puedan conocer las personas ilustres que hay enterradas en el cementerio y las diferentes construcciones que acoge. El alcalde, Alejandro Soler, y el historiador Miguel Ors hicieron ayer un recorrido y visitaron algunos de los panteones.

La tumba de Pedro Ibarra, historiador y uno de los ilicitanos más ilustres del siglo XX; el panteón de José Ferrández, o el de otras personalidades como Blas Valero, Vicente Albarranch, el "Capitán Lagier" o Alejandro Ramos Folques forman parte del pasado ilicitano y del camposanto de la ciudad enmarcado dentro de la Ruta Europea de Cementerios.

Además de su valor histórico por las personas que allí hay enterradas, el recinto alberga singurales construcciones con sepulturas subterráneas y accesos ocultos, capillas con enterramientos interiores... Un sinfín de panteones, algunos de ellos monumentos, como es el caso del mural dedicado a los fusilados durante 1939 y 1940, y realizado por Andreu Castillejos.