¿Cuáles son los retos que se abren ante la biotecnología vegetal en estos momentos?

La biotecnología vegetal tiene que ver hoy con la agricultura, la producción de alimentos y, más recientemente, con la producción de biocarburantes, de forma que no es un nuevo avance que sustituya a los métodos tradicionales de producción, sino que se añade. Si se hace ingeniería genética con una mala variedad, sale una mala variedad; y, si se hace con una buena, se le puede añadir alguna propiedad interesante con relación a la producción o a las cualidades finales del producto. A partir de ahí, se le plantean dos retos a la biotecnología que se traducen en intentar producir más por hectárea, ya que desde mediados del siglo XX el suelo agrícola disponible por persona está disminuyendo, y de forma más compatible con el medio ambiente, porque la agricultura siempre ha sido contraria al medio ambiente desde que se inventó.

¿Y qué tiene que decir la llamada agricultura ecológica en este sentido?

La agricultura ecológica es una etiqueta comercial, ya que no hay evidencias científicas. Los productos no son más sabrosos y, cuando se hace una prueba ciega, no sobresalen especialmente, y tampoco son más nutritivos. Además, necesita más suelo para producir lo mismo, es más invasiva con la naturaleza y resulta más cara. Por tanto, difícilmente puede ser una respuesta a los retos que se plantean en este momento. Sólo se puede practicar en aquellos sitios en los que esa presión del suelo no existe y en la medida en que los consumidores lo paguen. De hecho, como contribuyente, yo no quiero que mi dinero se destine a esa agricultura. Se tiene que subvencionar como otros tipo de agricultura, pero no más.

¿Y por qué los transgénicos tienen tantos detractores hasta el punto de estar prohibidos en algunos países?

Está demostrado científicamente que no plantean ninguno de los problemas que se han dicho y sólo están prohibidos en determinados países europeos. Según datos de la semana pasada, hay 140 millones de hectáreas de transgénicos en el mundo, y el número de hectáreas en países desarrollados prácticamente se ha superado por el de los países en vías de desarrollo. Por otro lado, hay 12 millones de agricultores que cultivan transgénicos y 11 millones son pequeños agricultores. El crecimiento anual, de hecho, es del 10%, salvo en la Unión Europea.

¿A qué responde esta situación que se da en Europa?

A cuestiones ideológicas. Por eso, ni siquiera se prohíbe, sólo se entorpece, e incluso hay una gran dosis de prevaricación, ya que se ha hecho una normativa enormemente compleja. Si se aplicaran los mismos criterios a la agricultura ecológica, cerraría en 24 horas.

Sin embargo, lo natural vende en estos momentos...

Sí, pero porque hay una serie de términos que se emplean cotidianamente y que son disparatados. Por ejemplo, "natural" se utiliza como sinónimo de inocuo y de bueno, y, por eso, se anuncian alimentos naturales, muebles naturales o vestidos naturales, pese a que hay sustancias naturales que también son tóxicas. Las plantas no nacieron para que las comiéramos y, por ello, la naturaleza las intentó blindar porque, de lo contrario, no llegarían a completar sus ciclos. Es más, yo prefiero antes un chorizo con conservantes que uno sin conservantes, ya que me ofrece más garantías.

¿A qué se debe esa imagen equivocada de la que habla?

De nuevo, aquí también hay un componente ideológico muy fuerte. El 95% de lo que comemos no es natural, sólo se salva la lubina silvestre y los espárragos silvestres. Las especies vegetales que nos dan de comer directa o indirectamente son incapaces de vivir en la naturaleza por sí mismas, requieren del ser humano. Nadie verá maíz, trigo o arroz creciendo por su cuenta. Eso se debe a que hay una serie de especies que, para acabar sirviendo para usos agrícolas, tuvieron que sufrir alteraciones genéticas profundas y proceden de otras silvestres. Constantemente se producen alteraciones genéticas y la mayor parte no son viables, pero el ser humano puede rescatar las que pueden asegurar su continuidad. Lo importante de las alteraciones genéticas son las consecuencias, no quien las ha hecho.

¿En qué momento se encuentra España en lo que a transgénicos se refiere?

En España sólo hay maíz transgénico sembrado, aunque no llegamos a las 100.000 hectáreas, y también se importa soja, ya que el 85% de la producción mundial es transgénica. De hecho, si no hubiera soja transgénica, no podríamos comer carne. Por ejemplo, en Argentina hay 20 millones de hectáreas de transgénicos y eso ha sido beneficioso para el país, ya que es un cultivo sin laboreo y se planta sobre rastrojos, lo que evita la erosión del suelo. Los transgénicos están creciendo un 10% cada año en el mundo, un dato muy importante, sobre todo si se tiene en cuenta que el agricultor es el único empresario que si se equivoca dos años seguidos pierde su explotación. Por eso, las cifras demuestran que ellos también confían en estos productos.