Corría el mes de agosto de 1811 cuando comenzaron a saltar las alarmas. Importada por el cuadro de un regimiento de catalanes procedentes de Cartagena al que se le dio alojamiento en Elche, la epidemia de fiebre amarilla poco a poco empezó a tomar el control de la villa (el título de ciudad no llegaría hasta 1871), hasta superar los 400 muertos diarios a finales de septiembre de aquel desdichado año. Incluso Pedro Ibarra sentencia en su "Historia de Elche" que fue "la epidemia más terrible que registran nuestros anales".

Hasta entonces, lo habitual era enterrar a los fallecidos en los cementerios anexos a las iglesias y en algunos casos también dentro, pese al riesgo que ello suponía. Sin embargo, la situación cambió aquel mes de agosto de 1811. Y es que aquel devastador episodio de fiebre amarilla obligó a trasladar a los fallecidos a grandes zanjas que se abrieron en lo que hoy es el Cementerio Viejo. Fue así como empezó a escribirse la historia de este mítico camposanto ilicitano que hoy, dos siglos después, se ha convertido en un conjunto patrimonial que refleja la historia de Elche y de los ilicitanos.

Por ello, coincidiendo con esta efemérides, y consciente de su valor social, cultural, histórico, antropológico y patrimonial, el Ayuntamiento editará en primavera un díptico con un itinerario que permite conocer al visitante los personajes ilustres que allí reposan así como las construcciones singulares levantadas durante este tiempo.

El concejal de Cementerios, Carlos Ávila, indica que "los cementerios se han convertido en los últimos años en un recurso turístico alternativo que se suma a la oferta existente, ya que fusionan historia, arte y memoria, y, de hecho, ya son muchas las ciudades que los incluyen en sus rutas turísticas". En este sentido, reconoce que "el Cementerio Viejo es muy modesto en comparación a otros, pero creemos que tiene un gran valor patrimonial, y de ahí la importancia de conservarlo e incluso de editar este folleto".

El díptico incluirá un plano del camposanto en el que se destacará una decena de nombres de personas que tuvieron relevancia por diversos motivos y otros tantos panteones de gran valor arquitectónico. El folleto, además, incluirá una breve biografía de los personajes seleccionados o algunos de los datos más relevantes del diseño en el caso de las construcciones.

En la actualidad, se está trabajando en la confección del documento. No obstante, algunas de las paradas obligatorias que incorporará la pequeña guía serán las de las tumbas de Pedro Ibarra, escritor, arqueólogo, bibliotecario, pintor, archivero municipal y cronista de la ciudad de Elche, fallecido en 1934; Ramón Lagier o "Capitán Lagier", como se le conocía en la ciudad, que fue un capitán de comercio marítimo que recibió distinciones de Francia e incluso de Guillermo de Prusia por sus "heroicas acciones", y que murió en 1897; el músico y compositor Alfredo Javaloyes, autor del pasodoble "El Abanico", que falleció en 1944; el industrial José María Buck, desaparecido en el año 1912; o Luis Gonzaga Llorente y de las Casas, diputado provincial, alcalde de Elche, fundador del Casino y promotor del Teatro Llorente, que falleció en 1895.

Precisamente el panteón de Luis Gonzaga Llorente, de propiedad municipal, será uno de los que también aparezca en el folleto. De la segunda mitad del siglo XIX y en la calle principal, en la de Los Ángeles, las sepulturas están por encima del nivel de la tierra y están protegidas por una estructura que se asemeja a un palio. Por otro lado, y al contrario de lo que suele ser habitual en los panteones ilicitanos de aquella época, no está hecho de piedra bateig, sino de ladrillo cerámico. Además, el nicho de Luis Gonzaga Llorente incorpora en su lápida motivos e inscripciones que recuerdan a la que fue su gran pasión: el teatro.

También el panteón de la familia Cisneros Ruiz de la Escalera, situado en la calle San Salvador, de la segunda mitad del siglo XIX, de titularidad municipal y que en la actualidad se está restaurando, se incorporará al díptico. Las sepulturas son subterráneas y la construcción está realizada en piedra bateig. En la parte superior, incorpora un blasón y el conjunto tiene forma de barco que incluso cuenta con adornos que evocan las olas del mar, algo que se explica por el hecho de que es allí donde está enterrado el capitán Lagier. El concejal explica que "es un panteón único en este cementerio por su estilo". Además, en esta construcción "descansa" Sor Josefa Alcorta y Uranga, superiora durante 49 años del Hospital de la Caridad y fallecida en 1925. Y es que la familia acabó cediendo la construcción a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, como consta en una placa que se puede ver en la puerta que da acceso a las sepulturas.

Finalmente, el Monumento en Memoria de los Defensores de la Libertad y la Democracia Fusilados entre 1939 y 1940, obra de Andreu Castillejos, será otras de las paradas que incorpore el documento que está diseñando el Ayuntamiento.

A medio plazo, la intención de los responsables municipales, como asegura el edil de Cementerios, es restaurar la antigua ermita, situada junto a la entrada principal, y habilitar allí una sala de exposiciones en la que se puedan ver fotografías antiguas del camposanto, pero que al mismo tiempo haga las veces de punto de información en el que se puedan conseguir los folletos, que, no obstante, también estarán disponibles en la Oficina de Turismo y en la web municipal. Sin embargo, Ávila alerta de que "en estos momentos lo prioritario es continuar con las labores de restauración y conservación de los panteones".

Orígenes

Los primeros enterramientos en el Cementerio Viejo se produjeron en lo que hoy es la entrada del cementerio. A partir de ahí, la contrucción fue creciendo y se fue estructurando en torno a cuatro patios con nombres de parroquias ilicitanas, aunque ahora sólo se conserva uno de ellos, el de Santa María, que es donde se ha emplazado el jardín del Recuerdo. "La intención es crear un pequeño espacio en el que la gente pueda pasear o aislarse del cementerio gracias a los cipreses que se han plantado y que, cuando crezcan, harán de pantalla", apunta Ávila. El resto de los patios fueron desapareciendo con la progresiva construcción de nichos.

Por otro lado, una de las primeras lápidas de las que se tiene constancia es de 1812, pertenece a un joven de 16 años y se conserva en los almacenes del MAHE.

Unas 15 parcelas para construir panteones

En estos momentos, también se está procediendo a restaurar las cruces de piedra que hay en el cementerio y algunos nichos en ruina, e incluso se van a poner a la venta en torno a una quincena de parcelas para que los interesados puedan construir allí panteones. No obstante, según la ordenanza que se aprobó en el último Pleno, los interesados deberán presentar un anteproyecto de la construcción. "Se aceptará todo proyecto que pueda aportar algo al cementerio, sea del estilo que sea, pero debe referirse a una parcela concreta y debe tener un valor artístico o arquitectónico", indicó Carlos Ávila, quien también concretó que "todos los interesados en la adquisición de alguna parcela pueden pasarse ya por el Negociado de Cementerios".