En tiempos de vacas flacas, las ayudas se reducen y, al menos en teoría, el ingenio se agudiza. Por eso, el director de cine Pablo Palazón ha tenido que echar mano de toda su paciencia y de las nuevas tecnologías para sacar adelante "Shevernatze", su ópera prima, que ayer presentó en el marco del Festival de Cine. Pero también, gracias a la experiencia adquirida, es capaz de reflexionar sobre las subvenciones del séptimo arte y las limitaciones de la red.

Durante muchos años trabajó como publicista. ¿Por qué cambió la agencia por la cámara?

Cuando trabajaba en el mundo de la publicidad, me frustraba no poder hacer lo que quería. Entonces, decidí tomarme un respiro e idear un corto de humor que, con el paso del tiempo y la involucración de cada vez más gente, se convirtió en un largo.

¿Cómo ha sido esta aventura?

Si me hubieran dicho que iba a ser tan largo y difícil, igual no me meto. Estaba acostumbrado a que todo fuera relativamente fácil y me empeciné con este proyecto, realicé una inversión tan grande que podía haberme comprado un Ferrari y me di cuenta de que ya no podía volverme atrás. Pero no todo fue negativo, porque ha descubierto la independencia, he conocido a muy buenos amigos y, gracias al estreno y a las críticas, he creado un campamento base que hará más fáciles otros proyectos.

Su experiencia en la publicidad le llevó a buscar nuevas formas de promoción en Internet.

Las redes sociales hacen posible que proyectos independientes como el mío encuentren una salida y se den a conocer, pero, en el fondo, Internet está tan saturado como los soportes tradicionales. Su principal ventaja es que tienes la sensación de que nunca dice la última palabra, porque abre un mercado que nunca sabes dónde va a llegar.

Sin embargo, no logró vender su proyecto a los que otorgan las subvenciones.

Es cierto. No me han dado ni un duro. Pero no les culpo, porque yo tampoco hubiera invertido si hubiese sido el Gobierno, igual que tampoco iría nunca a un club en el que dejaran entrar a gente como yo. En cualquier caso, creo que pocos países tienen tanto potencial como el nuestro y, si no salen cada año diez nuevos directores, es porque las subvenciones del cine español están mal enfocadas y no llegan a quien realmente las merece.

En el futuro, ¿tiene previsto seguir este camino?

Por ahora, me preocupa ganar algo de dinero a través de pequeñas iniciativas. De aquí a 2015, es posible que me anime a hacer una cinta comercial y, encima, buena.