Aunque el jazz nació entre los esclavos de Nueva Orleans, sus cadenas hace mucho tiempo que se rompieron y su particular alboroto ha atrapado a miles de amantes de la música en todo el mundo. Los escenarios de este género negro pasaron de las pequeñas tabernas de Luisiana a las salas más oscuras de París, pero, a partir de mañana, sus ritmos también se podrán disfrutar rodeado de historia y de palmeras gracias a los seis conciertos que, en el marco del Festival d'Estiu, tendrán lugar en el Patio de Armas del Palacio de Altamira.

Pepe Miravete, programador de cultura e impulsor de esta iniciativa, explica que la elección de este escenario, tan poco habitual en actos de este tipo, se debe a su "espectacular sonoridad y al inigualable ambiente que genera". Por eso, cree que los artistas, y los 400 espectadores que, por 10 euros, podrán asistir, disfrutarán de "unas actuaciones musicales de calidad".

Para ello, afirma que se ha intentado preparar un programa variado en el que se muestren algunas de las principales facetas del jazz. De esta forma, los ritmos latinos, el montaje sinfónico, la sensualidad de la voz, la guitarra española y las raíces africanas se fusionarán para ofrecer la oportunidad de gozar, por primera vez, de unas noches de jazz en el palacio.