Después de esta visita, ¿cómo ve el futuro de la industria local?

Cuando me propusieron este encuentro, me hablaron bien de este parque industrial, pero aún así he quedado gratamente sorprendido. He podido comprobar que el tejido económico de la provincia y, en particular, el de Elche ha apostado por valores como la diversificación o la innovación. Esta situación hace que, en tiempos difíciles, no lo esté pasando tan mal como otras zonas que se han movido menos y, sobre todo, que su futuro sea más esperanzador.

Cuando fue elegido, reconoció la necesidad de estar más cerca del empresario. Además de su presencia física, ¿qué pasos va a tomar para lograrlo?

En primer lugar, es importante conocer de cerca los proyectos empresariales y sus entornos para poder transmitir a las administraciones públicas sus necesidades y exigencias en materia de inversiones. Pero, además, las empresas necesitan abrir mercados, y entidades como CEPYME tienen capacidad para convertirse en vehículos que las impulsen, que resuelvan problemas puntuales y que les acompañen en la búsqueda de subvenciones para la innovación y la creación de nuevos sectores.

No obstante, en las últimas horas se ha conocido que la morosidad es uno de los grandes problemas de estas empresas.

La morosidad es un cáncer que, desde hace años, está sufriendo el mundo empresarial. Las instituciones públicas, especialmente los ayuntamientos, realizan una inversión permanente en personal y gastos corrientes que, a diferencia de sus ingresos, no ha disminuido. Se convierten así en un sector que está sobredimiensionado y que resta capacidad de financiación a las empresas. Por eso, necesitan una reconversión que se centre en la disminución de sus recursos e, incluso en la fusión de los entes locales, de forma similar a lo que está ocurriendo en el ámbito privado.

¿Cómo valora las medidas adoptadas por el gobierno?

En este país, todavía no se han hecho las reformas necesarias para fomentar la confianza en el inversor. Por lo tanto, seguimos teniendo un sistema de pensiones inabarcable para el futuro, y el empresario aún no puede realizar contrataciones con unas condiciones flexibles que le permitan competir con el resto de mercados. Esto influye en las PYMES y los autónomos, que son la base de nuestra economía y quienes más están sufriendo la crisis actual.

Entonces, tampoco le convencerá la subida del IVA.

El IVA no reduce la confianza, pero sí la capacidad de consumo. En un momento en el que se mira tanto el precio, porque este factor ya está mermado, dos puntos en el IVA general y uno en el reducido, suponen un incremento en los precios que generará una merma importante en las ventas y, por lo tanto, que pondrá en peligro su futuro.