A principios de abril, en un ambiente festivo, con la presencia de las autoridades y de varios miles de ilicitanos, el Jardín Primero de Mayo y su Monumento al Trabajador abrieron sus puertas a la renovación del barrio de Carrús. Sin embargo, con la llegada del calor y la irresponsabilidad de algunos vándalos, el sol se ha hecho insoportable en las zonas descubiertas, media docena de grifos de la fuente han desaparecido, y la suciedad y la basura han ocupado el lugar del agua limpia. De esta forma, el sabor del entusiasmo ante la apertura de esta nueva plaza, que muchos identificaron como un emblema de la modernización urbana de este distrito obrero, se ha tornado, para algunos de sus usuarios, en un regusto de abandono e indignación por la posible falta de atención de las instituciones.

Manuel Bascuña, un vecino de la zona, denuncia que las pistas dedicadas a la práctica de caliche, que en un principio tenían que ser cuatro y estar cubiertas por un techado, se han quedado en tres y resulta "impensable" practicar este deporte popular por la ausencia de sombras. Esta opinión coincide con la de José Bas, que además critica la ausencia de ventilación natural en la sala de usos múltiples, de forma que la falta de acuerdo entre los presentes para poner en marcha la refrigeración hace difícil permanecer en estas instalaciones.

Otra de las quejas más comunes se refiere a la acumulación de basura en la acequia que atraviesa todo el jardín. José Bas cree que los jóvenes que, por la noche frecuentan este recinto, lo llenan de desperdicios y, después, "nadie viene a recogerlos" y Teresa García, que reside en El Toscar, asegura que estos restos, a menudo orgánicos, están atrayendo a insectos e, incluso, roedores. En este mismo sentido, otro vecino, Ginés Fernández, se lamenta del estado de la fuente principal, que no funciona desde hace tiempo por la "falta de mantenimiento". Patricia Valero insinúa que esta avería se ha producido porque algunas personas, principalmente inmigrantes, utilizaban el agua para lavar la ropa. Pero Fernández va más allá y considera que esta situación se ha producido porque "los políticos sólo se interesan por esta zona marginal durante las elecciones".

No obstante, la mayor preocupación de estos ilicitanos es la falta de seguridad. Valero reconoce que, tras la puesta de sol, nunca frecuenta esta plaza y José Bas está convencido de que, a partir de ese momento, es necesaria la presencia de un guardia. Como muestra, ambos vecinos afirman que alguien ha robado seis de los ocho grifos que formaban parte de la fuente con el objetivo de venderlos.

José López, vocal de la asociación de vecinos de la zona, señala que todas estas demandas ya han sido trasladadas al Ayuntamiento y que "las están solucionando poco a poco". No obstante, cree que lo más importante es "aplicar multas a los delincuentes" y, sobre todo, "fomentar la educación de los ciudadanos". Si estas intenciones se cumplen y si se crean zonas de sombra o las nubes cubren el cielo, estos vecinos dejarán de sentirse abandonados al sol y al pillaje.